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De todos modos, dame ese brazalete exigió salvajemente, apretando los dientes, agarrándola por un brazo y tratando a la fuerza de desprender el broche de la joya. ¡Suéltame! gritó. ¡Bruto! ¡Suéltame! ¿Vas a robarme, después de haberme insultado?

No distábamos mucho de la ermita de San Cristóbal, cuando advertimos gran movimiento en el ejército de Vedel. Apretando el paso hasta que les tuvimos muy cerca, observamos que camino abajo venía hacia nosotros un joven saltando y jugando, con aquella volubilidad y ligereza propia de los chicos al salir de la escuela.

Dejaron la calle de Atocha y se internaron por una de sus travesías laterales. Tristán marchaba delante con Escudero, detrás Barragán con Reynoso. Este no había despegado los labios, pero pocos momentos después de caminar los acercó al oído del paisano. ¿Quién es? Núñez murmuró Barragán apretando al mismo tiempo con afectuosa ternura la mano de su amigo.

Rio maliciosamente al hablar así, apretando las manos de Febrer, y éste, por su parte, no quiso preguntar más, temeroso de sufrir una decepción. Una vez, al entrar Margalida en el dormitorio, Valls la cogió de un brazo, llevándola junto al lecho.

Por eso observaron que el precioso cadáver de Celinina, aquello que fué su persona visible, tenía en las manos, en vez del ramo de flores, dos animalillos de barro. Ni las mujeres que la velaron, ni el padre, ni la madre, supieron explicarse esto; pero la linda niña, tan llorada de todos, entró en la tierra apretando en sus frías manecitas la Mula y el Buey. Diciembre de 1876. Poe....

Quedábase estática y lela delante de la señorita, devorándola con sus ojos, y si esta le cogía la cara o le daba un beso, la pobre niña temblaba de emoción y parecía que le entraba fiebre. Su manera de expresar lo que sentía era dar de cabezadas contra el cuerpo de su ídolo, metiendo la cabeza entre los pliegues del mantón y apretando como si quisiera abrir con ella un hueco.

Su cabellera enmarañada le caía sobre la frente y en las extremidades de sus labios las arrugas labradas por la amargura se acentuaban aún más. Tuve miedo, miedo de misma. ¿Lo que acababa de decir no parecía una acusación a Marta, no lo invitaba a acusarla? Te ama demasiado repuse, apretando los dientes. Sabía que iba a hacerle mal y era lo que quería.

Allí estaba ella, con mucha devoción, aguantando a pie quieto las miradas y suponiendo los comentarios internos que acompañaban a estas; la condesa de Murguía, señora muy severa, que había comido muchos viernes en casa de Currita y disfrutado no pocas veces de su palco en el teatro, hallábase a su lado... Alarmóla esta proximidad, volvió la cara angustiada, y apretando cuanto pudo a las otras señoras que ocupaban el banco, apresuróse a dejar entre ella y la escandalosa un gran espacio vacío.

El padre del muchacho, revistiéndose de valor, partió a la serpiente por la mitad de un hachazo; pero ella, así mutilada, siguió apretando el cuerpo del muchacho hasta sofocarlo. Viven generalmente estas serpientes en los bosques calientes y húmedos, donde acechan a sus presas, bien ocultas en la yerba, bien suspendidas de los árboles.