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Varias veces había llegado él en ocasión de estar la madre y la hija en el oratorio; porque hasta oratorio tenía la casa de la marquesa de Montálvez... ¡Ah!, si las personas mal informadas, si su aprensiva madre pudieran ver lo que él iba viendo tan despacio y tan desapasionadamente, ¡qué diversos serían sus juicios sobre aquel delicado particular!

El clérigo sonreía, con los ojos en el suelo, diciendo en voz baja: No la hagan ustedes caso. La señora marquesa es muy aprensiva. Verán ustedes cómo resulto en último grado de tisis. Padre, hay que cuidarse ... hay que cuidarse.... Usted trabaja demasiado.... Por el bien mismo de la religión debe usted cuidarse. Todos se apresuraban a aconsejarle con afectuoso interés.

Ya ves como no era lo que temías, aprensiva.... Es muy posible, probable que la pobre chica no sospeche nada, que su atrevimiento no sea más que una amenaza al amo.... Ana se ruborizó.

No querían que se contagiara de la vida que ellos hacían, modesta y retirada; les gustaba que fuera más corriente y algo mundano, y al mismo tiempo temían verle muy metido en el mundo por los peligros que soñaban en él, particularmente su madre, que era demasiado recelosa y aprensiva.

Y las hay de todos los linajes: por pasión, por temperamento, por lujo, por moda..., hasta por necesidad; pero ninguna es tan necia que publique sus propios pecados por el gusto de dar cebo a las lenguas maldicientes, y la menos aprensiva trata, por egoísmo de viciosa, de no quitar al pecado el incentivo del secreto.

Fueles preciso beber por un mismo vaso, único que había, y Ana, que era asquillosa y aprensiva, prefirió echar tragos por la botella, sin recelo de cortarse con los agudos cristales del roto gollete. Sus carrillos chupados se colorearon, su lengua se desató más que de costumbre; y por vía de diversión empezó a coger tierra a puñados y a esparcirla por la cabeza de Borrén.

Pero recobraba el sentido, y a riesgo de nuevo pasmo volvía a la lectura, a devorar aquellas páginas por las cuales en otro tiempo su espíritu distraído, creyéndose, vanamente, religioso, había pasado sin ver lo que allí estaba, con hastío, pensando que las visiones de una mística del siglo dieciséis no podían edificar su alma aprensiva, delicada, triste.

Doña Lupe, que pasó a ver a la difunta, se afectó tanto, que no pudo permanecer allí. «Hija mía dijo a su sobrina secreteándose , yo no puedo ver estas cosas fúnebres. Creo que me va a dar algo. La muerte me aterra, y no es que yo sea aprensiva. No me causa espanto ninguna enfermedad, como no sea el mal de miserere. Es lo que temo... En fin, que yo me voy de aquí al Monte.

Tenía algo de la fiera que cae en la trampa, del murciélago que entra por su mal en vivienda humana llamado por la luz.... Y cerca de Ana nerviosa, aprensiva, febril, semejaba el símbolo de la salud queriendo contagiar con sus emanaciones a la enferma.

Adriana ignoraba que aquella su madre, tan aprensiva, tan apocada, tan sin alma, no era sino una sombra de la antigua mujer. Ese día, a la hora de la siesta, se llegó paso a paso por la avenida de eucaliptos, húmeda y cubierta de hojas secas, a sentarse en el palo transversal de la tranquera.