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Levantóse y tomando el candil se entró en otro aposentillo más estrecho; seguíla, combatido de mil varios pensamientos y admirado de lo que había oído y de lo que esperaba ver. Colgó la Cañizares el candil de la pared, y con mucha priesa, sacando de un rincón una olla vidriada, metió en ella la mano, y murmurando entre dientes, se untó desde los pies a la cabeza, que tenía sin toca.

Acabose de beber su vino el señor Viváis-mil-años, despidiose de la tía Zarandaja, echole esta afuera, cerró la puerta de la calle y fuese a abrir la del aposentillo en que Cervantes toda la conversación que acababa de pasar había escuchado. Estaba nuestro mozo pálido de cólera, y a duras penas se contenía.

Ansioso de conocer el contenido de la voluminosa carta de su hermano, apenas se separó de su sobrino, Francisco Montiño, cuando contra su costumbre, su vocación y su conciencia, dejó encargado el servicio de la tercera vianda, de los postres y de los licores y vinos generosos á uno de sus oficiales de la cocina del rey, que le había acompañado, y se encerró en un aposentillo semejante á aquel en que había dejado esperando á su sobrino.

Aquel que está a la puerta de esotro aposentillo con unas alforjas al hombro y en calzón blanco, le han traído porque, siendo cochero, que andaba siempre a caballo, tomó oficio de correo de a pie.

Esotro que está en esotro aposentillo prosiguió el Cojuelo es un ciego enamorado, que está con aquel retrato en la mano , de su dama, y aquellos papeles que le ha escrito, como si pudiera ver lo uno ni leer lo otro, y da en decir que ve con los oídos. En esotro aposentillo lleno de papeles y libros está un gramaticón que perdió el juicio buscándole a un verbo griego el gerundio.

Y fuese a la misma puerta que ya se ha dicho, y entrose por ella, y siguiéndola Cervantes, hallose en un aposentillo desguarnecido y lóbrego, en el que no entraba más luz que la que venía de un altísimo patio estrecho, y por una raja de la pared, a manera de saetera, pasaba, y allí, sentándose la tía Zarandaja en una estera y Cervantes en un taburete cojo, ella le dijo que aquel caballero amaba de una manera desesperada, desde hacía mucho tiempo, a doña Guiomar, y que con ella quería casarse; pero que ella ni aun de él dejaba verse, porque para que no la viese se mantenía encerrada en su casa, y no salía sino entre dos luces para ir a misa a la iglesia mayor, y que cuando iba no era sino en silla de manos, cerrada y guardada por cuatro lacayos armados, que eran cuatro fieras, y de tan probada lealtad, que no había habido medios bastantes para obligarlos a que a su señora desirviesen, dejándola arrebatar por otros que de buena gana el caballero de quien se trataba hubiera enviado para apoderarse de ella: añadió la vieja que aquel día aquel caballero había ido a pedirla noticias de quién fuese el que la noche anterior había dado música a la hermosa viuda, y si no lo sabía, que lo averiguase, como asimismo de la causa por qué la Inquisición había estado, antes de la música, en casa de la viuda, y en vez de prenderla a ella, había preso al rapista Viváis-mil-años; y que ella le había dicho que no sabía nada, pero que procuraría averiguarlo.

Luego, en esotro aposentillo, está un letrado que se desvaneció en pretender plaza de ropa , y de letrado dió en sastre, y está siempre cortando y cosiendo garnachas.

Y allí, en aquel aposentillo estrecho, están dos enfermos en dos camas, y se han purgado juntos, y sobre quién ha hecho más cursos , como si se hubieran de graduar en la facultad, se han levantado a matar a almohadazos.

En aquel pobre aposentillo enfrente, pintado por defuera de llamas, está un demonio casado, que se volvió loco con la condición de su mujer. Entonces don Cleofás le dijo al compañero que le enseñaba todo este retablo de duelos: Vámonos de aquí, no nos embarguen por alguna locura que nosotros ignoramos; porque en el mundo todos somos locos, los unos de los otros .

Venid, venid acá, sobrino dijo ya con menos tiesura, llevándole á un aposentillo situado cerca de la repostería, en el que se encerraron. He servido ya la segunda vianda, y hasta que sea necesario servir la tercera pasará un buen espacio.