United States or Laos ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mi padre comenzaba a hablar, pensándolo mucho, y a lo mejor ¡zas! una aleluya. «Apolonio: mira lo que hablas, que te castigo sin postre», amenazaba la señora.

Oíanse en la trastienda ahogados martillazos, alguna canción femenina y el repiqueteo de unas máquinas de coser. Apolonio, sin doblar la cabeza a mirar al vecino, rompía a hablar: Estoy abrumado, don Anselmo, estoy abrumado. ¿Qué me falta?, preguntará usted.

Todos los domingos por la mañana, después de oír misa de once, porque creía en Dios y en la providencia, a pesar de que en este mundo no hay justicia, ni plan, ni sentido, Apolonio se encaminaba al circo gallista, seguido de un aprendiz con los capaces en donde iban los gallos que aquel día echaba a pelear.

La botella de agua mineral es para él puesto que él presume que lo es para los demás una insignia jerárquica, un símbolo de superioridad. ¿Un símbolo, acaso, de superioridad económica? Desde luego; pero esto, para Apolonio, es lo secundario.

El rótulo rezaba: «Apolonio Caramanzana, maestro artistaHabía un ancho escaparate, con límpida luna de cristal.

En habiendo eyaculado este apostrofe, Apolonio, apaciguándose súbitamente, volvió detrás del mostrador y se aplicó a cortar suela. Al cabo de media hora de vergozante contemplación, Novillo retornó al diván, y al punto Apolonio acudió a su vera y reanudó el hilo de su palique. No son estos amores desdichados, no, lo que me trae mustio, melancólico y descontento.

Antes la muerte rugió Apolonio, poniéndose en pie, ahora realmente enfurecido .Yo ya estaba dispuesto a perdonar, a bendecir. Hasta pensaba en los nietecitos.... Pero eso, ¡jamás! A buena parte vas.... Que ya pensabas en los nietos, en seguida te lo calé. Pero, siéntate. Claro que no sabes ni sospechas cómo, cuándo, a qué hora y por dónde se han fugado, ni se te ocurre el medio de averiguarlo.

Y ésta era la causa del revuelo y algarabía de antes. Los viejos zarandeaban a Apolonio, disputándoselo a tirones de chaqueta y formulando, desde luego, solicitudes para lo futuro. Apolonio recibe, embriagado de dicha y vanagloria, como falso ídolo, las preces de aquellos infelices.

Apolonio, en aquellos instantes, flotaba sobre la tristeza del mundo y sobre las nubes luctuosas, como el espíritu melodioso de Jehová sobre el caos primieval. Señorito, que las alubias se pasan rezongó con acritud la asistenta, asomando el morro por una puerta . Son ya las diez de la noche. ¿Qué habla usted ahí, incivil criatura? replicó Apolonio, con sobresalto.

Digo que son las diez, y que si se cena hoy.... No se cena hasta que no venga don Pedrito. Pero es que don Pedrito no cena hoy en casa. ¿Quién se lo ha dicho a usted? Mira qué caracho, él mismo; y ainda mais le dejó a usté una carta. ¿Una carta? ¿Dónde está esa carta? Delante de sus mesmas narices, en la mesa y sobre su plato. Apolonio leyó la carta. Decía: «Padre, perdón. No he nacido para cura.