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Hugo comprendió inmediatamente con quién tenía que habérselas. Soltó el brazo de la doncella y miró á uno y otro lado buscando un arma cualquiera, un palo ó una piedra; y no hallándolos, se lanzó á la carrera en dirección de la casa, á la vez que aplicaba un silbato á sus labios y lanzaba prolongado y penetrante silbido. ¡Huid, por Dios! exclamó la joven. ¡Ponéos en salvo antes que vuelva!

El señor Durand hubiera deseado quizá terminar todas sus operaciones tan caballerescamente, pero sus otros clientes, espantados de la violencia del tópico, que había, no obstante, dado tan buenos resultados en el maestro Zeli, prefirieron emplasto de estopa y de grasa, que el honrado doctor aplicaba indistintamente a todo y para todo, con un suplemento de consuelos para los moribundos.

Así es que, según lo que yo he llegado a averiguar, por causa de Elisa hubo de introducirse en el dialecto elegante y aristocrático de Madrid el vocablo inglés flirtation, que ya empieza a divulgarse y hasta a avillanarse. Hace algunos años era un vocablo que no se pronunciaba sino en los salones más elegantes, y apenas si se aplicaba a otra mujer que no fuese Elisa.

Extendiendo sus miradas sobre los patrones, con atención de artista, cogiendo ora la aguja, ora las tijeras, ya inclinada sobre la mesa, ya derecha y mirando desde lejos el efecto del corte; moviendo la cabeza para obtener la oblicuidad de la mirada en ciertas ocasiones, empezó a charlar, arrojando las palabras como un sobrante de la potencia espiritual que aplicaba a su obra mecánica.

Si se aplicaba un fósforo encendido á la hierba, ardía como estopa. La gente de la Segada tenía que andar un kilómetro para ir á la fuente, porque la del pueblo se había agotado. La vida en el palacio era monótona, pero dulce y amable. Laura tenía perfectamente distribuído el tiempo, y lejos de aburrirse se encontraba como el pez en el agua. La idea de su vuelta á Madrid la estremecía.

Algunas veces también, en días de apuro, Mendoza solía pasarse por casa de su amigo y pedirle unos cuantos duros. Por lo demás, trascurrían a veces meses enteros sin verse. Poco después de terminar la carrera, Mendoza, que cada día era mejor mozo y se aplicaba con más ahínco a parecerlo, quiso hacer oposición a unas plazas de oficiales, vacantes en el Consejo de Estado.

Claro es que en estas comedias no tiene entrada esa idealización poética tan preferida por Calderón, porque si éste se detenía con agrado en las inclinaciones más nobles de su país, Rojas, al contrario, se aplicaba al estudio de lo ridículo é insensato; pero á pesar de la desnudez, con que se presentan y flagelan los absurdos de la vida humana; á pesar de los extravíos de su fantasía, no les falta, por lo común, el colorido poético necesario, y no se le puede censurar que haya sido de los primeros en manejar esa clase de comedias posteriores, y tan sobrias en poesía, que casi la abandonan por completo.

Sólo por su juventud, pues no contaría más de veinte años, merecía el marquesito este diminutivo que todo el mundo le aplicaba. Por lo demás era un muchacho corpulento, rubio como el oro y con una expresión infantil en el rostro que contrastaba con la apariencia atlética de su musculatura. Los modales correspondían a aquella expresión: parecía un niño grande.

Había en aquella habitación algunas miniaturas de familia, un retrato suyo, de cuando era muy joven y tenía el rostro sonrosado y rodeado de bucles castaños; un retrato en el cual no había un rasgo fisonómico semejante a los del hombre de lo presente; algunos legajos rotulados en un montón de papeles y dos bibliotecas: una antigua, la otra enteramente moderna que manifestaba por la selección especial de libros, las predilecciones que de hecho aplicaba en su vida.

Poco después se aplicaba tal artillería á la defensa de las plazas: los inventarios del mayordomo manifiestan haber entregado en 1501, con otras piezas; para la fortaleza de Bermiliana un ribadoquín que pesó 2 quintales e 1 arroba e 10 libras. Para la de Buñol, 1 ribadoquín e 2 arcabuches que pesaron 3 quintales e 18 libras de metal.