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Fueron los primeros prebendados inquisidores el Dr. Pedro Martin del Barrio, canónigo y vicario del obispo, el bachiller Alvar Gonzalez de Capillas, canónigo, y el bachiller Anton Ruiz de Morales, canónigo y despues chantre; agregándose á estos el P. Fr. Martin Caro, guardian del convento de S. Francisco.

Por esto pudo notar la señorita Rita la piedad de Paula bien pronto. «La hija de Antón Raíces, le dijo al señor cura, tira para santa, no sale de la iglesia». El cura habló a la chicuela, y aseguró a Rita que era una Teresa de Jesús en ciernes. En una enfermedad del ama, el párroco pidió a Raíces su hija para reemplazar a Rita en su servicio. Rita sanó pero Paula no salió de la Rectoral.

Antón Ivanich, el subjefe de la oficina, por poco si deja caer la copa de vodka que se llevaba a los labios; un criado dirigió al que había pronunciado tales palabras una mirada de asombro; todos volvieron la cabeza para ver quién había dicho aquella cosa extraña.

Farsa llamada Cornelia, en la cual se introducen las personas siguientes: un pastor llamado Benito, y otro llamado Antón, y un rufian llamado Pandulfo, y una mujer llamada Cornelia, y un escudero su enamorado, donde hay cosas bien apacibles para oir, hecha por Andrés Prado, estudiante. Medina del Campo, por Juan Godinez de Millis, año 1637. Coloquio.

Cruzamos por delante de la costa alta y escarpada de Orio, pasamos el arenal de Zarauz y dejamos atrás el monte de San Antón, que se dibujaba sobre el mar como una ballena de color gris. El sol bajaba en el horizonte, inclinándose hacia el mar; su disco rojo iba dejando las olas como formadas por un metal fundido.

Vamos al balcón do una amiga nuestra, desde donde se ve todo perfectamente. Estará muy vistoso. De San Antón salen tres imágenes, y dicen que es también muy probable que salga el Cristo de las Llagas de la capilla de Santa María del Arco. Todo esto pasa por la calle de San Mateo, á donde vamos nosotras. No dijo más. Ya estaba arreglada para salir.

Entre los manuscritos de la misma biblioteca de Osuna, cuéntanse las comedias siguientes de Andrés de Claramonte: De lo vivo á lo pintado. El mayor Rey de los Reyes. El tao de San Antón. El horno de Constantinopla. El atahúd para el vivo y el thálamo para el muerto. De los méritos de amor el silencio es el mayor.

Con la seguridad de hacerlo mal, pero con el propósito firme de servirle a usted fielmente, allá va, a la buena de Dios, la pintura que me encomienda; y «si sale con barbas, san Antón...»

El señorito va corriendo detrás del señor Duque por la huerta dijo, con voz apenas perceptible. ¿Lo alcanzará? preguntó la infiel esposa, muy pálida, aunque repuesta ya bastante del susto. No lo creo. El señor Duque tiene el caballo amarrado al lagar de Antón. Lleva delantera para poder montar, y entonces imposible seguirle. ¿Dónde me escondo yo? Si vuelve, me mata.

Antón Francesco Cirni Corso formó lista de las personas principales que sucumbieron en la triste jornada de los Gelves.