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¿Sabe usted? Don Pedro Antonio se ha muerto... La vieja se ha puesto pálida. Don Pedro Antonio estaba muy viejo; ella también está muy vieja; luego puede morirse lo mismo que él cualquier día. Sin embargo, recapacita y dice que don Pedro Antonio padecía de muchos achaques y era natural que se muriera.

Desde el Tobatí pasamos junto á las montañas del Taraguipitá, de donde cuatro Misioneros enviados por el P. Antonio Ruiz se esparcieron por esta dilatada gentilidad á predicar el Evangelio. Estos fueron los PP. Ignacio Martínez, español, Nicolás Hernat, francés, Diego Ferrer y Justo Mansilla, flamencos.

Promovido al gobierno de las importantes provincias de Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, él que esto escribia tuvo por sucesor en la superintendencia de Patagonia á su hermano D. Antonio, que lo imitó en el vivo interes con que miró la prosperidad de aquellos establecimientos.

Esta, Roselo, Anselmo y el criado se disfrazan de labradores, para aprovechar la primera ocasión de alejarse que se les presente. Antonio llega al castillo en compañía de otros Castelvines, para solemnizar sus bodas con Dorotea. Su venida obliga á los disfrazados á ocultarse.

Siglo XVII Gaspar de Herrera, T. de sedas. 1601 Pedro de Burgos, T. de terciopelo. 1603 Juan de Torres, T. de pasamanos. 1604 Esteban Bernal, T. de terciopelo. idem Miguel Martín, T. de brocados. 1605 Juan Bautista Sea, T. de damascos. 1611 Pedro Gutierrez. T. de brocados. 1613 Benito Guerrero, T. de terciopelo. 1621 Bartolomè Rodríguez, T. de tocas. 1626 Antonio de Herrera.

Viendo la ciudad la obra empezada, hizo un requerimiento al cabildo, sábado 2 de mayo, ante Antonio de Toro, escribano público, sobre el edificio nuevo que en esta iglesia se face del altar mayor, y coro, y entre coro; con que se pretendió estorbar. Siempre las obras grandes padecen varios y opuestos dictámenes para emprenderse.

Había una cómoda con un San Antonio de madera encima y dos candeleros de plata a los lados, que parecía exactamente un altar. Para que la semejanza fuese más completa, había también su pila de agua bendita. En aquel tabernáculo no podía alojar un hombre como los demás, sino un alma pura y virginal, una blanca paloma, un cordero místico, un San Luis Gonzaga o una Santa Catalina de Sena.

Fernanda se sentó y permanecía seria y pensativa. , ; debes ir, Santos manifestó Manuel Antonio. Repara que la chica ha dejado una silla vacía a su lado... No puede insinuarse de modo más claro. Al decir esto hizo un guiño al conde.

¡Antonio!... ¡Antonio! Se inclinaban sobre él para hablarle al oído, como si durmiese; pero Antonio no escuchaba. Uno de sus ojos permanecía oculto en la tierra del paseo; una piedrecita había saltado sobre los párpados del otro. Todo un lado de su uniforme estaba blanco de polvo. El feroz ronquido era lo único que respondía á los cariñosos llamamientos.

Que Antonio Perez dessea, como siempre lo ha assegurado, seruir a su Mag.^d como vassallo, y criado, que él se le presenta por tal. Presente, que ha reseruado siempre a su Mag.^d hasta tal punto, como el de la obediencia a su mandamiento. Demas, que no se porná aquy sino menos de lo prometido de la Graçia de su Mag.^d otras vezes.