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Las pomposas alabanzas de D. Nicolás Antonio á Mira de Mescua, lo califican de poeta el más eminente de su patria. Si se hubiesen perdido las obras de éste, conservándose sólo su apasionado encomio, ¿cuán grande no sería nuestro sentimiento, si no pudiésemos leer poesías dignas de tan sublime panegírico?

Esta mañana, después de misa, me he encontrado delante de la imagen de San Antonio con la de Aimont. San Antonio es menos comprometedor que San José y las muchachas casaderas pueden rezarle sin que todo el pueblo sea informado inmediatamente de que están en instancia con el Cielo para obtener un marido. La de Aimont estaba confusa y yo también.

De pronto su mano convulsa rozó las cuentas del rosario de Fray Antonio que colgaba de la faltriquera, e inspirado por el Infierno, tomolo sin vacilar, rompiolo con los dientes junto al crucifijo, dejó caer algunas cuentas, y envolviéndolo al cuello de Beatriz, tiró con ambas manos, tiró en uno y otro sentido, hasta apretar, por fin, sobre aquella delicada garganta, un nudo terrible.

Andronico codicioso de ganar el presidio de sus mayores enemigos, dió al Spinola siete galeras con su Capitan Mandriol, Genovés de nacion, para que juntas con las diez y siete facilitase mas la empresa. Antonio embarcó á Demetrio, y con veinte y cinco galeras llegó el dia siguiente á las dos después de medio dia á los palomares cerca de Galípoli, y comenzó á desembarcar la gente.

Con la conducta observada por D. Juan Santiago y por su sucesor D. Damián de Esplana, que con decisivo tesón continuó en la obra de reducción, se pudo ir asegurando la tranquilidad en las islas, en las cuales fueron construyéndose iglesias y casas de instrucción, habiéndolas en gran número de pueblos, cuando llegó á Agaña en Junio de 1676 el navío San Antonio, conduciendo á su bordo al capitán D. Francisco de Irrisari, primer Gobernador de Real nombramiento de las islas Marianas.

Y cuando alguna de sus muchas amigas necesitaba peinarse artísticamente para asistir a cualquier baile, Manuel Antonio se prestaba galantemente a arreglarle los cabellos, y lo hacía con la misma destreza y gusto que el mejor peluquero de Madrid. ¿Pues y cuando cualquiera de sus amigos se ponía enfermo? Entonces era de ver el interés, la constancia y la suma diligencia de nuestro viejo Narciso.

Aquí no soy el señor Salvi fue la réplica tranquila del monje. Me conocen como fray Antonio de Arezzó, o, más breve, fray Antonio. El nombre de Salvi me lo dio el pobre Blair, que no quiso introducir entre sus amigos mundanos a un monje capuchino. En cuanto al origen de su fortuna, creo que conozco la verdad. Entonces ¡dígamela, dígamela! grité lleno de ansiedad.

L'école des maris, de Molière, ofrece en algunas escenas reminiscencias de La discreta enamorada y El mayor imposible, de Lope; pero en lo substancial está tomada de El marido hace mujer, de D. Antonio de Mendoza. \

Entretanto, reunido á Brion, el Libertador disponia de siete goletas armadas de guerra y se hacia á la vela del puerto de Anquin con 250 hombres, el 30 de Marzo, acompañado de Mariño como jefe de estado mayor, del coronel Cárlos Soublette en calidad de segundo y, además, del ilustre granadino Francisco Antonio Zea, de Piar, del escocés MacGregor y del coronel Pedro Briceño Mendez, secretario suyo.

Las instrucciones del Conde decían: «Antonio me escribirá, en carta que pueda enseñarse, que la llegada de Sir Unton ha empeorado los negocios, y me preguntará por qué, conociendo el carácter del Rey de Francia y los asuntos del reino, no me he opuesto al envío del Embajador. Añadirá temores de que se haya dejado avanzar al Rey hasta un punto de que no pueda ya retroceder