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Marieta parecía satisfecha y tranquila. ¡Oh, la mala piel! Con un alma tan negra, y miradla qué guapetona, qué majestuosa; parecía una reina. Los que nunca la habían visto se extasiaban ante su hermosura.

Un día leyó en un diario francés que la Náyade había anclado ante Ky-Tcheou, en el mar del Japón, para pedir reparación del insulto hecho a unos misioneros franceses; Le Bris rompió el periódico para que su lectura no pudiese suscitar la menor conversación sobre la señora Chermidy.

En una de estas vueltas, salió Ballester a la puerta de la botica y le llamó con gesto imperativo: «Aquí pronto... ¡Me gusta...! Venga usted aquí». En actitud semejante a la de un perro que ante el palo de su amo agacha las orejas y arrastra el rabo por el suelo, entró Rubín en la botica diciendo a su regente: «Buenos días, amigo Ballester. No le había visto. Iba a tomar un poco el aire.

Corrieron las niñas, impacientes; levantáronse las madres con lentitud, como si les costase abandonar su incrustación en los almohadones; sonó un fru-fru general de faldas con lentejuelas y adornos metálicos de los disfraces. Mrs. Power se despidió de los Lowe, pasando ante Ojeda sin dirigirle una mirada. Esta indiferencia la aceptó él como un signo favorable: era disimulo.

Mientras su alma se encogía ante el recuerdo, su cuerpo se inclinaba con una atracción material hacia aquel otro cuerpo, buscando instintivamente el contacto que hacía reflorecer su juventud con una nueva primavera; primavera triste, como lo son las sorpresas del destino, pero más dulce que las horas cenicientas de la soledad.

Pero no borró el mar de igual manera en Jucef el recuerdo, que no hay onda que lave la conciencia y que se lleve lo que al hinchado corazon sofoca, lo que en el alma perdurable grita, lo que eterno ante Dios sangriento llora. Y por eso Jucef del mirab santo la blanca piedra con la frente choca, y ruega á Allah con llanto de agonía perdone, al ménos á su Leila hermosa.

La duquesa sonríe ante la solicitud demasiado expansiva del empleado del vagón, mientras la honorable doméstica la acoge con un gesto duro y frío. Antes de dormirme, desfilan por mi memoria los recuerdos que guardo de esta anciana célebre que está tendida á cincuenta centímetros de mi cuerpo.

Huyeron los autores de él, procurando ocultarse; mas descubiertos y presos en la misma Sevilla, se les degradó públicamente y fueron después colgados de la horca de Buenavista, ante inmensa muchedumbre.

Mi divisa es: «Valor é IndependenciaMi ley: «Aborrecer al opresorMi religion: «La libertad del mundoMi patria: «El continente de Colon.» Y sin tener mas tesoro Que mi barco y mi puñal, Primero daré la vida Que rendir la Libertad. Que ese pendon que brilla con la luna Jamás se abate ante bandera alguna

Mi tío había señalado para mi partida el 10 de Agosto; estábamos a 8 y pasé esos dos días con el cura, cuya bondadosa fisonomía se demudaba de hora en hora ante la idea de nuestra separación. El martes por la mañana, hizome preparar un buen almuerzo, y nos instalamos por última vez, el uno frente al otro, con intención de reponer fuerzas.