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El duro, estrecho, apocado y fementido lecho de don Quijote estaba primero en mitad de aquel estrellado establo, y luego, junto a él, hizo el suyo Sancho, que sólo contenía una estera de enea y una manta, que antes mostraba ser de anjeo tundido que de lana.

En esto, hizo su operación el brebaje, y comenzó el pobre escudero a desaguarse por entrambas canales, con tanta priesa que la estera de enea, sobre quien se había vuelto a echar, ni la manta de anjeo con que se cubría, fueron más de provecho. Sudaba y trasudaba con tales parasismos y accidentes, que no solamente él, sino todos pensaron que se le acababa la vida.

Ponía la firma de quien le parecía, escribía nuevas que inventaba a las personas más honradas y dábalas en aquel traje cobrando los portes. Y esto hacía cada mes, cosa que me espantó ver la novedad de la vida. Entraron luego otros dos, el uno con una ropilla de paño, larga hasta el medio valón y su capa de lo mismo, levantando el cuello porque no se viese el anjeo, que estaba roto.

Muriósele á una casada Su marido, y no quedó Muy triste, pues le envolvió, Como si fuera pescada, 480 En un pedazo de anjeo; Y sin que cumpliese manda, Con largas tocas de Holanda Salió vertiendo poleo En un reverendo coche. 485 Pero el muerto, mal contento, Del sepulcro á su aposento Se trasladó aquella noche, Y díjole: «¡Vos Holanda, Y yo anjeo, picarona! 490 ¿No mereció mi persona Una sábana más blandaEsto diciendo, el difunto En las tocas se envolvió, Y el anjeo le dejó: 495 Ocasión desde aquel punto Con que sin tocas las veo; Y cuerdo temor ha sido, Porque no vuelva el marido Á dejarlas el anjeo. 500

Quedó Pedro Alonso suspenso en leyendo la epístola, y acudió presto a su valija, y el hallarla vacía le acabó de confirmar la verdad de la carta; y luego al punto, en la mula que le había quedado, se partió a Burgos a dar las nuevas a sus amos con toda presteza, porque con ella pusiesen remedio y diesen traza de alcanzar a sus hijos; pero destas cosas no dice nada el autor desta novela, porque así como dejó puesto a caballo a Pedro Alonso, volvió a contar de lo que les sucedió a Avendaño y a Carriazo a la entrada de Illescas, diciendo que al entrar de la puerta de la villa encontraron dos mozos de mulas, al parecer andaluces, en calzones de lienzo anchos, jubones acuchillados de anjeo, sus coletos de ante, dagas de ganchos y espadas sin tiros; al parecer, el uno venía de Sevilla y el otro iba a ella.

A Juan Bautista 20 ducados por la danza de «El triunfo de David» con 9 figuras. «A ples ¿autapel? 3567 mrs. por 87 varas de anjeo que dió para el carro que se hace de los italianos á 41 mrs. la vara lo qual se libró por cédula del señor juan de león, veyntiquatro á quien fué cometido el hacer el dho. carro ... etc.