United States or Philippines ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Y Luz, en cambio, con haberle tratado tanto, ignoraba todavía cómo se llamaba él!... Se atrevió a preguntárselo. Me llamo Ángel respondió el mozo. ¡Ángel! Por arcángel le había tomado ella muchas veces al contemplarle en su imaginado paraíso guardándole las puertas. ¿Qué venía a suponer esa leve discrepancia de jerarquías? Siempre resultaba el mismo «guardián». Pero ¿dónde la había conocido?

16 Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada. 17 Y salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.

Pero ya que no personas de tu misma sangre ¿no tienes allá alguien que te sea querido? Oh, , replicó el joven, suspirando. Vamos, ya veo. ¿Es hermosa? Bellísima. ¿Buena? Como un ángel. ¿Y no te ama? No puedo decir que ame á otro. En tal caso, tu deber es hacerte digno de su amor.

Se sonrió un poco Ángel oyendo esto, porque consideró lo ridículo que estaría él si las circunstancias le obligaran a hacer el papel de niño mimoso contrariado. Al mismo tiempo cerró la puerta, porque aquellas durezas de su madre, mal de su grado, ahondaban demasiado en el abismo que él tenía ya a medio llenar.

21 Y extendiendo el ángel del SE

Dentro de esta nube bajó uno vestido de ángel cantando maravillosamente, y subiendo y bajando diversas veces, dejábase caer por todas partes muchas letrillas y coplas escritas, unas en papel colorado, otras en amarillo, y otras en papel azul, con tintas diferentes, todas al propósito de la solemnidad y fiesta que allí se hacía.

Y don Juan se sonrió de una manera franca, abierta, natural, tranquila. ¡Oh! ¡, , hijo mío! dijo Quevedo conmovido ; tenéis un hermoso corazón y un valor como hay pocos; ello pasará, ello pasará; vuestro corazón es todo entero de doña Clara, y ella será el ángel glorioso que os cure de ese otro ángel condenado.

Alberto Valentín. Eleuterio Veranés. Luis Llanes Oliva. Francisco Martínez. Camilo Cuenca. Ramón Suárez Proenza. Juan Reyes. Angel Garía. La convulsión racista toca á su fin.

Ángel no llevaba a tal extremo sus aprensiones, porque esto no cabía en un mozo de tan buen sentido; pero muy cerca le andaba cuando consideraba el caso desde lejos. Por de pronto, creía que sin las trabas del metro y de la rima, el ropaje de la idea era mucho más fácil de cortar.

Y para vencer toda vacilación en el ánimo del acobardado mancebo, aquella mujer, alma de demonio encarnada en la figura de un ángel, dió un salto como la pantera que se lanza sobre su presa y estampó un beso de fuego en los labios de Fortunato. La fascinación fué completa. Ese beso llevó a la sangre y a la conciencia del joven el contagio del crimen.