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Un marinero catalan llamado Berenguer, que en la jornada de este dia se halló sobre un buen caballo, y con lucidas armas despojos de la victoria pasada, anduvo entre los enemigos tan bizarro, que Miguel por entrenabas causas le tuvo por algun señalado Capitan de nuestra nacion, y con deseo de mostrar su esfuerzo, se fué para él, y le dió una cuchillada en el brazo izquierdo.

Aunque al principio la jaca se rebeló un poco, puesta ya en la carretera, con la querencia de la cuadra de Sarrió, donde estaba generalmente, anduvo bastante bien. La joven ordenó al criado que la llevara a casa de don Rudesindo, con cuya señora mantenía bastante relación. Allí se refugió, y estuvo hasta que su padre, dos o tres días después del suceso, la llevó a Madrid.

Dos días consecutivos anduvo Ferreiro atravesando montes, durmiendo sobre yaguas en el suelo y pasando mil penalidades, hasta que al fin llegaron al campamento de Ivonet cerca del poblado de Yerba de Guinea.

Se había considerado un hombre valeroso que, por distinción, por sibaritismo, por refinada indiferencia, quería mantenerse al margen de las cosas que apasionan al resto de los mortales. Pero el lejano campaneo protestaba, zumbando la misma palabra: «¡Cobarde! ¡cobardeAnduvo meditabundo por el jardín hasta que llegó Toledo, pasadas las doce.

Y en señal que del triunfo quedó ufana, Lo que hasta alli nadie acabó con ella, Del luto se quitó la saboyana. Quedando en cueros tan briosa y bella, Que se supo despues que Marte anduvo Todo aquel dia, y otros dos tras ella. Todo el qual tiempo el escuadron estuvo Mirando atento la fatal ruina, Que la canalla transformada tuvo.

Me interesa conocer la casa que anduvo Blair buscando por toda Inglaterra y por cuyo motivo, vagó meses y años hasta descubrirla. Esta fotografía debió venir a su poder añadió entregándomela, sin ningún nombre o indicio de su ubicación.

Toda la mañana siguiente anduvo Sebastiana adormecida y con los pies torpes por haberse levantado al amanecer, como era su costumbre, después de mantenerse despierta hasta que se marcharon los invitados.

Pensó que ella se asustaría al verle entrar tan descompuesto, al sentir abrir la puerta. Por fin, con la mayor cautela, puso la llave en la cerradura, le dió vueltas y abrió muy quedo. Entró, volvió á cerrar y dió algunos pasos. Era ya tarde: la casa estaba obscura; no veía nada. Anduvo á tientas un rato. Al fin distinguió los objetos, y siguió por el pasillo.

El redoble intermitente de la lluvia le trajo a la memoria las muchas tardes que había pasado cerca de aquella misma ventana escuchándolo con un libro abierto en la mano. El libro era siempre una novela. Más de cuatro meses anduvo solicitando de sus padres que la dejasen habitar el gabinete de la torre, con objeto de entregarse de lleno, y sin temor de que nadie la molestase, a su recreo favorito.

Y no le parezca a alguno que anduvo el autor algo fuera de camino en haber comparado la amistad destos animales a la de los hombres, que de las bestias han recebido muchos advertimientos los hombres y aprendido muchas cosas de importancia, como son: de las cigüeñas, el cristel; de los perros, el vómito y el agradecimiento; de las grullas, la vigilancia; de las hormigas, la providencia; de los elefantes, la honestidad, y la lealtad, del caballo.