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Yérguese sobre una gran mole de granito, y se empina y vuelve á empinarse indefinidamente, cual una Babel titánicamente amontonada, roca sobre roca, siglo tras siglo, empero constantemente calabozo sobre calabozo. Abajo, el in pace de los frailes; más arriba, la jaula de hierro levantada por Luis XI; subiendo siempre, la de Luis XIV; á mayor elevación, la cárcel actual.

Rompió a tocar la música del trasatlántico una marcha de belicosa trompetería. Los pasajeros del castillo central admiraban los esplendores de la bahía. La muchedumbre emigrante, amontonada en la proa y la popa, gritaba sin saber por qué, deseando exteriorizar su alegría, saludando con una explosión de vítores, bramidos y silbidos a los buques inmóviles que quedaban atrás del Goethe.

Pero, entre tanto, De Pas volvía amorosamente la visual del catalejo a su Encimada querida, la noble, la vieja, la amontonada a la sombra de la soberbia torre. Una a Oriente otra a Occidente, allí debajo tenía, como dando guardia de honor a la catedral, las dos iglesias antiquísimas que la vieron tal vez nacer, o por lo menos pasar a grandezas y esplendores que ellas jamás alcanzaron.

La amontonada nieve bajaba hasta no muy lejos del camino, si era camino el desfiladero, cada vez más angosto, por donde marchaban. Lo terrible de aquella peregrinación estaba por cima de todo encarecimiento cuando la noche envolvía en sus tinieblas a los viajeros. Una noche, por último, fue indescriptible la angustia de todos.

Como el público no cabía dentro del establecimiento, formaba corros fuera de él; y Friterini, ayudado por las mujeres, entraba y salía incesantemente con botellas y vasos. Sonaban las guitarras, acompañando los gritos y los palmoteos de la gente amontonada en torno á los bailarines.

Durante la noche se realizó todo como era mi deseo. Separose la nieve amontonada sobre el surco de la muerte, y encontramos a tientas, entre otros, el ataúd que buscábamos. Filiberta, que era quien había amortajado a su querida señora, la reconoció. Ella misma abrió el ataúd a la luz de unos cirios para que pudiera yo entrever aquel rostro dormido.

Dentro percibió un hedor de muchedumbre enferma, miserable y amontonada, semejante al que se huele en un presidio ó un hospital pobre. Vió gentes que parecían locas ó estúpidas por el dolor. No conocían exactamente el lugar donde estaban; habían llegado hasta allí sin saber cómo.

¿Y qué navíos son esos?... ¿Cómo unos barquitos iguales á juguetes, con sólo la fuerza de sus velas, van á poder remolcar mi bote, dentro del cual cabe amontonada toda esa escuadra del Sol Naciente?... Gentleman dijo la profesora con sequedad , nuestros buques no tienen velas; eso fué en tiempos remotos. Nuestros navíos navegan á voluntad sobre el agua y por debajo del agua.

Hombres, mujeres y chiquillos cayeron sobre los dos, al parecer forasteros y judíos, y sin duda los hubieran despedazado, si no acuden muy a tiempo Miguel de Zuheros y Tiburcio, abriéndose paso por entre la alborotada y amontonada muchedumbre y sacudiendo golpes sobre ella, con las espadas desnudas, aunque procurando que fuese de plano, para no causar heridas ni muertes.

Se aproximó más a la cama; a los pies estaba amontonada ropa blanca, de que se había despojado Emma después de metida entre sábanas, según su costumbre. También ahora los recuerdos de los sentidos le hablaron a Bonis de tristezas, y tras rápida reflexión, se sintió alarmado.