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Otras veces recordaba melancólicamente al «buen amigo» que vagaría por el bulevar esperando su regreso, un joven verdaderamente chic, aunque pobre, con el que estaba en relaciones hacía algunos años. ¡Y las amigas! ¡Y los teatros! ¡Y había que abandonarlo todo por... el negocio! «La vida es triste, decididamente triste

El hombre que verdaderamente le ha dado importancia a la hache ha sido usted. Por ella, Sr. Salaverría, no ha vacilado usted en arremeter contra un viejo amigo como yo, llegando hasta a decirme que involucro. ¡Oh hache!... Tienes nombre de mujer... Por si a algún lector le interesa, reproducimos el artículo que ha dado origen a la nota anterior.

Ahí tenemos al amigo Pérez dijo riendo Maltrana, ese buen mozo subido de color que admira a Inglaterra hasta en sueños.

El trabajo, la instrucción, el orden, son atentatorios al estado de naturaleza y deben proscribirse de toda sociedad bien organizada". Ramoncito Maldonado, como siempre, se agarró a los faldones de su amigo Pepe Castro. El lector está enterado ya de la profunda admiración que le profesaba.

Así es nuestra pecadora naturaleza. Como venía de la mesa malhumorado no hizo más que saludarle, encerrándose después en un silencio sombrío y poco cortés. Pero García estaba habituado a estos silencios y respetaba el carácter caprichoso y a ratos poco comunicativo de su amigo.

En cuanto a Oliverio, el día que siguió a la noche en que debía hacer innecesarias muchas declaraciones, a la misma hora que Magdalena y su marido partían con dirección a París, entró en mi cuarto. ¿Partió ya? le pregunté apenas le vi. me contestó; pero volverá; es casi mi hermana, eres más que mi amigo; hay que preverlo todo.

»Pues uno de los renegados que he dicho era este mi amigo, el cual tenía firmas de todas nuestras camaradas, donde le acreditábamos cuanto era posible; y si los moros le hallaran estos papeles, le quemaran vivo.

Alfonso V de Aragón, el único rey marino de España, empleaba años después el resto de su existencia en expediciones contra Génova. Sus principios eran desgraciados. Ulises se acordó de su padrino Labarta al oír cómo este amigo del pasado hablaba del combate naval de la isla de Ponza. Aún no había llegado á consolarse de una derrota ocurrida en 1435.

Mario, reprimiendo a duras penas la risa, le saludó afectuosamente, y lo mismo su esposa. ¿Conque se conocen ustedes? preguntó la augusta señora. ¡Muchísimo! respondió el escultor . Somos íntimos amigos hace bastante tiempo. Doña Fredes dirigió una mirada de sorpresa a su hijo. ¿Y por qué no me has dicho que tenías por amigo a un artista de tanto mérito?

Don Iñigo, receloso y resuelto á pelear, acude á una cita, que se le da en compañía de Don Antonio; Lisardo le cuenta que él no es Don Félix, y las circunstancias, que le obligaron á tomar su nombre; añade, que, estando de visita en casa de Clara, huyó de ella refugiándose en la de Don Iñigo; pero el anciano se encoleriza, y califica de agravio ese yerro; Antonio saca también su espada para vengar en Lisardo la visita secreta hecha á su hermana; Don Félix, que asiste escondido á esta escena, sale también para socorrer á su amigo, y el combate se hubiera llevado á efecto, á no sobrevenir mucha gente que obligara á los combatientes á retirarse.