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«¡Mariano, hermanito! exclamó Isidora, que creía sentir su garganta apretada por uno de aquellos horribles dogales . ¿En dónde estás? ¿Eres el que mueve esa rueda? ¿No estás cansado?». No se oyó contestación. Pero el artefacto amenguaba la rapidez de su marcha. Las roldanas, las transmisiones, la rueda, se emperezaban como quien escucha.

Mi amo no pudo reprimir la expresión de su profunda pena; y como la avanzada edad amenguaba en él la presencia de ánimo propia de tan terribles momentos, hubo de pasar por la pequeña mengua de derramar algunas lágrimas, triste obsequio a sus compañeros.

Los desesperados veían que, así como amenguaba la fe abajo, era arriba, entre los ricos, donde la religión encontraba sus defensores, á pesar de que su Dios los había maldecido. Los privilegiados empleaban la religión como un escudo. «Nada de esperar en la tierra la justicia para todos. Estaba en manos de Dios y había que ir á la otra vida para encontrarla.

¡Llamo la atención! , pensó ella, y se levantó decidida. ¿A dónde vamos, hija? No lo todavía». Al penetrar en las calles bulliciosas, cuya vida y animación convidan a los placeres y a intentar gratas aventuras, sintió la joven que se amenguaba su profundísimo pesar, como el dolor agudo que cede a la energía narcótica del calmante.

Cuando le leyeron a don Francisco la relación de la lucida fiesta, el buen señor no cesaba de repetir: «¡Quién sería el bobo, quién sería el bobo...!». Los primeros días después del sarao, Milagros parecía muy satisfecha. Paulatinamente su contento amenguaba, y hacia el 20 podríais notar en ella súbitos ataques de tristeza.

Conservando en su gobierno al Libertador, rodeado de ilustres y beneméritas personas, solo habia buscado el medio de hacerle dejar vacio su puesto de general en jefe para entrar él á reemplazarle en el mando. Esto ni menoscababa el prestigio de la autoridad, ni minaba la disciplina, ni amenguaba lo mas mínimo el entusiasmo de los defensores de la libertad.

Esta consideración, completamente secundaria para ella, no amenguaba su satisfacción. La noche de la tertulia, anunciada algunas semanas antes en la casa de la señora Aubry, los salones de la señora de Blandieres presentaban un magnífico aspecto, y la alegría era ya grande cuando los Aubry llegaron.