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-No yo cómo se llama -replicó Pedro-, mas que todo esto sabía, y aún más. «Finalmente, no pasaron muchos meses, después que vino de Salamanca, cuando un día remaneció vestido de pastor, con su cayado y pellico, habiéndose quitado los hábitos largos que como escolar traía; y juntamente se vistió con él de pastor otro su grande amigo, llamado Ambrosio, que había sido su compañero en los estudios.

El Padre Ambrosio alzó un pico del lienzo, hasta descubrir la boca del que allí reposaba, e introduciendo en aquella boca el agudo extremo de un pequeño embudo, vertió por él algunas gotas del líquido contenido en un pomo que llevaba en la mano. La visión se disipó enseguida, como las figuras de una linterna mágica o de un cinematógrafo.

Estrelló contra el suelo el reclinatorio, derribó de un revés á su delator Ambrosio, que puso el grito en el cielo, y atropellando á los aturrullados frailes que formaban la retaguardia, bajó á escape la escalera.

Yo soy uno de ellos, dijo levantándose el hermano Ambrosio; y conmigo lo presenciaron Porfirio y Marcos, el cual se afectó de tal manera que desde entonces se halla en la enfermería..... ¿Y la mujer? continuó Fray Diego. ¿No prorrumpió en acongojado llanto al presenciar aquella conducta de un hombre que vestía nuestro sagrado hábito? No, reverendo abad.

No, no: en el momento de hacerme el padre Ambrosio la proposición en nombre de usted, me dije: se casa conmigo por caridad: por arrancarme de esta sepultura a que he venido desesperada: en él la caridad es la vida: no amarguemos su vida y consentí.

Otro fraile estaba al lado del Padre Ambrosio con la capucha calada y volviendo a Morsamor las espaldas. Inesperadamente cambió este fraile de postura y mostró a Morsamor la cara. El pasmo de este rayó entonces en delirio. Creyó ver su propio rostro como en un espejo, pero no joven y gallardo, sino marchito, lleno de arrugas y con la barba blanca como la nieve.

Y, sin aguardar que el pastor respondiese, alargó la mano y tomó algunos de los que más cerca estaban; viendo lo cual Ambrosio, dijo: -Por cortesía consentiré que os quedéis, señor, con los que ya habéis tomado; pero pensar que dejaré de abrasar los que quedan es pensamiento vano.

Tiene la cabeza algo levantada y la boca abierta como en disposicion de arrojar por ella un caño de agua. La cierva, de la misma materia y tamaño, fué llevada al monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. No sabemos si se conserva. Ambrosio de Morales en sus Antigüedades se esforzó vanamente en persuadir que Córdoba la vieja era la Colonia patricia fundada por Marcelo.

Cierto es que perdí los estribos cuando el buen Maestro me mandó ayunar, pero bien se explica eso recordando que pan y agua es triste dieta para un cuerpo y un apetito como los que Dios me ha dado. También es verdad que le senté la mano el cernícalo de Ambrosio, pero la zabullida de que se queja no pasó de un susto sin consecuencias.

Pero el abad permaneció impasible y severo, mientras el relator continuaba su lectura: "Segundo: Que como el Maestro de novicios castigase aquel desafuero poniendo al culpable á pan y agua por tres días, en honor de Santa Tiburcia, aquel pecador impenitente declaró en presencia del novicio Ambrosio que quisiera ver á una legión de demonios llevándose por los aires al susodicho hermano Maestro.