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Esta facultad es el entendimiento agente: verdadero mago que posee el maravilloso secreto de despojar á las especies sensibles de sus condiciones materiales, de quitarles toda la parte tosca que las impedia ponerse en contacto con el entendimiento puro, transformando el grosero pábulo de las facultades sensitivas en purísima ambrosía que pudiera servirse en la mesa de los espíritus.

Selló una y otra vez Cervantes los labios de Margarita, libando la ambrosia de su aliento, y reparándose al cabo y pensando en que de aquel su olvido y arrebato podía haber ocultado cuidadosos testigos la espesura, de sus brazos dulcemente separó a Margarita, y la dijo: Vuestro esposo soy; de ello no podéis tener duda, si no es que en duda ponéis mi hidalguía y mis cristianos pensamientos; y puesto que esto no tiene ya remedio, ni yo deseo que lo tenga, ni arrepentido estoy de haber llegado al punto a que me ha convidado mi por vos próspera fortuna, disimulemos, que a vuestra honra y a la mía el disimulo conviene; que no hay para qué de vos se hable ni de se diga que no he tenido valor para contener los impulsos de este violento corazón mío, que tan presto, de tal manera y para siempre, habéis hecho vuestro.

Toma, que buen provecho te hagan." "¡Mirad dije entre qué néctar o ambrosía me da este poeta, de los que ellos dicen que se mantienen los dioses y su Apolo allá en el cielo!" En fin, por la mayor parte, grande es la miseria de los poetas; pero mayor era mi necesidad, pues me obligó a comer lo que él desechaba.

El néctar era siempre delicioso, la ambrosía exquisita. Saboreaban el olor de las hecatombes, oían como una música el concierto de las voces suplicantes.

Pero por ver si un alto pensamiento Se puede prometer feliz suceso, Seguí el viage á paso tardo y lento. Un candeal con ocho mis de queso Fue en mis alforjas mi reposteria, Util al que camina, y leve peso. A dios dixe á la humilde choza mia, A dios, Madrid, á dios tu, prado, y fuentes Que manan nectar, llueven ambrosía.

Nos parece la ambrosía de la cual hablan las mitologías antiguas. Extiéndese á nuestros pies, en la llanura, allá lejos, muy lejos, un espacio brumoso y sucio donde nada puede distinguir la mirada: aquella es la gran ciudad. Y pensamos con repugnancia en los años que hemos tenido que vivir bajo aquella nube de humo, de polvo y de alientos impuros.

Encima de todo esto, una larga tabla en figura de media, pintada de negro, fija en la muralla y perpendicular á ella, servía de muestra principal. En el interior todo era armonía y buen gusto; en el trípode del centro tenían poderoso cimiento las caderas de doña Ambrosia, y más arriba se ostentaba el pecho ciclópeo y corpulento busto de la misma.

Además, el clima frío, el nublado cielo de nuestras comarcas del Norte habían de contribuir en gran parte á la reclusión de los antiguos dioses. Entre nieves y vientos, en medio de las tempestades, ¿cómo habían de poder solazarse en alegres banquetes, saborear la ambrosía y tañer la áurea lira?

Ve que en la ardiente zona do moraron las sombras, el hispano esplendente corona, con pía y sabia mano, ofrece al hijo de este suelo indiano. , que buscando subes, en alas de tu rica fantasía, del Olimpo en las nubes tiernísima Poesía, más sabrosa que néctar y ambrosía.

Semejantes en todo a las simples imaginaciones humanas que los crearon, estos dioses son arrieros también y llevan tras de ellos recuas silenciosas de llamas cargadas con ricos fardos de coca, la ambrosía del paladar indiano.