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Ya no miraba al cadáver sino a la desconsolada mujer, y parecía querer acercársela, juntarse con ella, como para unir los dolores de ambos, para hablarla de la muerta, para oírla hablar de ella.

Bueno, bueno..., más vale así... Yo creía, sin embargo... Ambos guardaron silencio buen espacio. Ricardo lo rompió diciendo: Cuando acabe don Serapio te van a hacer cantar a ti; estoy seguro... Todos ganarán en ello menos yo... ¿Pues?

Era tan corto de vista... Inquieto, sin embargo, se levantó y fué a hablar con míster Robert, procurando dar la espalda; ambos se enredaron en una discusión política de tono muy subido. Si aquí no hay opinión, ni energía, ni principios, ni nada, ni quien se levante y se ponga en frente del gobierno. Nos hace falta un hombre, como a Diógenes, míster Robert.

En el acto segundo aparece Doña Inés, vestida de hombre, en el camino de Toledo, á donde ella cree que ha huído su hermano, por residir en esa ciudad un pariente de ambos. Ve acercarse dos caminantes, y conoce que son su hermano y su criado. Don Luis, en efecto, había estado en Toledo; pero habiendo muerto su tío, había tomado la resolución de escapar á sus perseguidores disfrazándose en traje más humilde, y entrando al servicio del padre de la doncella, á quien había arrancado de manos del raptor. Inés lo sorprende hablando con su criado, mientras declara su pasión por la bella Angélica, por cuya causa, ya para estar á su lado sin estorbos, ya avergonzada de su disfraz, determina no darse á conocer de él, sino, al contrario, en cuanto le sea posible, permanecer como desconocida cerca de su domicilio. Se encamina, por tanto, á la aldea de la Sagra, y entra como paje en la servidumbre de Don Pedro, atraído también al mismo paraje por su amor á la bella Angélica.

El franciscano flaco que comprendía la sonrisa del dominico quiso cortar la disputa interviniendo. Debían respetarle sin duda porque con una señal de la mano cortó la palabra á ambos en el momento en que el fraile-artillero hablaba de experiencia y el escritor-fraile de hombres de ciencia.

Hubo entre ambos largas pláticas, en que se buscaron y ponderaron los medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes planes; por último, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la morada de D. Álvaro por encargo de su hermana a pedirle una limosna para las viudas y los huérfanos de unos pescadores que habían perecido recientemente en la mar.

Lee lo que pasa en los corazones de ambos: en el de la una, un orgullo satánico, y en el del otro, un amor sensual que lo trastorna, y saborea ya su próxima venganza.

Marcones subió a la cazuela bajando poco después con un joven en traje de marinero, agarrado del brazo. Ambos se acercaron al palco presidencial. Don Roque comenzó a increparle procurando apagar la voz y consiguiéndolo a medias.

Jacinta fue tras él con la sombrilla levantada. «Que no me coges». «A que ». «Que te mato...». Y corrieron ambos por el desigual pavimento lleno de yerba, él riendo a carcajadas, ella coloradita y con los ojos húmedos. Por fin, ¡pum!, le dio un sombrillazo, y cuando Juanito se rascaba, ambos se detuvieron jadeantes, sofocados por la risa.

¡Cuando usted quiera! exclamó el conde de Fuentes; y ambos adversarios se disponían a salir, entre las aclamaciones de todos los circunstantes, cuando el criado del Conde, que llegaba en aquel momento, le entregó una carta que habían llevado para él, diciéndole que era urgente. ¡Lea usted, caballero! dijo Rafael con altivez; tiempo tenemos.