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Era una injusticia. «¿Para qué poner tan alta la lámparadecían algunos un tanto ofendidos. Doña Rufina se encogía de hombros. «Cosas de ese» respondía aludiendo a su marido.

La égloga á Claudio desvanece las dudas que sobre este punto pudieran abrigarse, porque después de describir en ella su expedición á Inglaterra, y de hablar de una pasión amorosa que entonces lo dominaba, dice, aludiendo sin ambajes á su difunta esposa: «¿Y quién pudiera imaginar que hallara Volviendo de la guerra, dulce esposa, Dulce por amorosa, Y por trabajos cara?

Mientras tanto Osuna había ido a frotarse un poco contra D.ª Eloisa. Entre todas las damas que asistían a aquella tertulia no había más que dos gordas, D.ª Teodora y D.ª Eloisa. Estaba también en buenas carnes D.ª Rita, pero era blanda, amarilla. Las demás «escocia puracomo él llamaba a las flacas, aludiendo al bacalao.

Soledad se volvió con la faz sonriente y replicó, aludiendo también al final de los cuentos: Te regalaré unos zapatitos de manteca, si los quieres. Quedaron al fin solos. Velázquez no halló palabras, acometido á un tiempo mismo de turbación y gozo. Embargábale una emoción gratísima, una ternura suave que refrescaba su corazón y lo bañaba de deleite. Jamás había experimentado aquello.

En otra estacion, al notar que renovaban el agua en las calderas de la locomotiva, un paisano mazorral observó: Diantre! hasta la máquina bebe, miéntras que yo estoy á seco! Ella bebe á la salud de la compañía, dijo un chusco, aludiendo á los viajeros del tren. Y cada cual agregaba una tosca chanzoneta ó un retruécano del mas rústico ingenio.

Cuando terminó la enumeración de los méritos de Momaren, de las glorias del gobierno femenil y de los grandes adelantos intelectuales de su raza, el gigante contestó á su vez con otro discurso, agradeciendo las atenciones de que había sido objeto desde su llegada involuntaria á esta República y las que esperaba recibir en adelante, pero aludiendo de paso con suavidad al disimulado encierro en que le tenían.

Por lo demás, a ella y a sus dos hermanas, las llamaban los plebeyos «Las tres desgracias», y a su señor padre, barón de la Barcaza, el barón de la Deuda flotante, aludiendo al título y a los muchos acreedores del magnate. Refugiábanse en el círculo aristocrático, donde también entraban, por especial privilegio, Visitación y Obdulia, pariente de nobles.

Cuando regresó a Madrid, le dijo Engracia que Pepe había ido a verla casi todos los días, y que estaba agradecida a sus atenciones, especialmente a lo cariñoso que se manifestó con el niño; de suerte que Millán, apenas vio a su amigo, le dio gracias por el buen cumplimiento del encargo, y como estuvieran solos en el cuarto donde Pepe trabajaba, sin temor de que nadie viniese a molestarles, hablaron así: , chico decía Millán, aludiendo a sus relaciones con Engracia la verdad es que me he encariñado con ella porque es muy buena.

Así ataviada, y en todo semejante a una avispa, la gentil muchacha anduvo largo rato por un pasillo, hasta que, viendo a don Quintín sentado bajo el mechero de gas y enfrascado en la lectura, se le acercó y le dijo, aludiendo al periódico que tenía en las manos: Si ve usted en los anuncios que alguien busque casa para vivir en compañía, dígamelo usted, que tengo un gabinete muy mono.

Poner en evidencia, en ridículo, en berlina, a tres... a dos personas respetables; porque el tal Pulidete era un parvenu, un cursi, un cualquier cosa, que se lo tenía todo muy bien merecido... Mentira parecíale que Pepe Butrón, un hombre de tanto talento, se hubiese tirado una plancha semejante, y sin duda fue el Pulidete quien le dio el mal consejo. ¡Proponer a María Villasis para presidenta!... ¡Si eso no se le ocurre ni al que asó la manteca!... Y claro está, sucedió lo que tenía que suceder: que la muy mojigata dio con todo al traste, pero con un atrevimiento, con una insolencia, aludiendo claramente a la pobre Curra, diciendo con una risita de mil demonios que su modestia le impedía ser ella presidenta donde había una vicepresidenta tan digna... Y la pobre Curra calló, calló por prudencia; pero bien se le conoció que quedaba sentidísima...