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Se levantó muy temprano, pero no se atrevió a avisar a la joven. Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitación, yendo a casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tenía dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevió a pasar un recado por la criada, preguntándole si estaba ya preparada a partir.

Esto no es conmigo exclamé; bajamos del birlocho, y a pie nos fuimos a quejar y reclamar nuestra señal a casa del alquilador.

Herminia, corre al ropero.... Herminia, como una sílfide, estaba ya en la escalinata. Es un hombre distinguido, dijo el doctor; su porte es cuidado y tiene una buena fisonomía.... Algún excursionista á quien han atropellado esos locos.... El alquilador de caballos de Ville-d'Avray me vale ciertamente, un año con otro, diez brazos rotos y costillas fracturadas.... ¡Ah!

Mi hermana, que, entre paréntesis, se zampó esta tarde media gallina, lo que quiere es un landó de cinco luces... ¡Atiza! Yo he aconsejado a Obdulia indicó Frasquito con gravedad , que no tenga cocheras, que se entienda con un alquilador. Claro... Pero no dará pa tanto el cortijo de pateta. ¡Landó de cinco luces! Y que tiren de él las burras de leche del señó Jacinto».

Dieron las diez, y yo dije que era plazo de cierto martelo y que, así, me diesen licencia. Fuime, quedando concertados de vernos a la tarde en la Casa del Campo. Fui a dar el caballo al alquilador, y desde allí a mi casa. Hallé los compañeros jugando quinolicas. Contéles el caso y el concierto hecho, y determinamos de enviar la merienda sin falta, y gastar doscientos reales en ella.

Baltasar la aupó, colocándola sobre los lomos de un asnillo, que aún tenía puestas jamugas de dorados clavos. Y tomando la vara de manos del alquilador, comenzó a arrear... «¡Arre, burro!, ¡arre!, ¡arre!, ¡arre!, ¡arre!».

¿Y le veré a usted paseando a caballo por la Castellana? No digo que no. Yo he sido regular jinete. No gobierno mal... Ya que hemos hablado de carruajes, le aconsejo a usted que no tenga cocheras... que se entienda con un alquilador. Los hay que sirven muy bien. Se quitará usted muchos quebraderos de cabeza.

Al apearse del tren vaciló un momento acerca de lo que había de hacer. Decidiose a interrogar al primer mozo que le salió al paso. Oiga usted: ¿me podría informar si hay en la villa algún alquilador de caballos? , señor; hay dos. ¿Quiere usted guiarme a casa de uno de ellos?