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El agá, hombre de mucho mérito, se llevó consigo todo su serrallo, y nos alojó en un fortin sobre la laguna Meótides, á la guarda de dos eunucos negros y veinte soldados. Fuéron muertos millares de Rusos, pero no nos quedáron á deber nada: Azof fué entrada á sangre y fuego, y no se perdonó edad ni sexô: solo quedó nuestro fortin, que los enemigos quisiéron tomar por hambre.

A pesar de mi severidad, no pude menos de admirarme de la finura del Rey Nanar, y confesé, allá en mis adentros, que era la persona más comm'il faut que había yo tratado en mi vida. El Rey me alojó en su alcázar, me dio fiestas espléndidas, y me distrajo de tal suerte que casi me hizo olvidar el objeto de mi misión.

Nuestro capitan juntamente con sus oficiales se alojó en el palacio, de que estaba cerca mi posada. Mandó despues el rey xaraye á los indios que diesen á los cristianos cuanto necesitasen. Este fué el aparato y esplendor de la corte de este rey, como supremo señor de la provincia.

Cuando salí de casa recibí la desagradable sorpresa de ver que estaba lloviendo. Había dejado al sol pavoneándose en el azul del cielo, envolviendo a la ciudad en una esplendorosa caricia de padre... ¡Quién había de sospechar!... En un instante desgarraron mi alma muchedumbre de ideas extrañas; la duda se alojó en mi espíritu atormentado. ¿Subiría por el paraguas?

Esopo corre por medio de la provincia Atica, hasta que entra en el mar. Ysmeno junto de Aulide desagua en el mar Eupoyco, llamado hoy de Negroponte. Por aquellas vecinas aldeas de Locrenses se alojó nuestro campo para pasar el otoño, y invierno, y tomar resolucion de lo que se habia de hacer la primavera siguiente. El Duque de Athenas recibe á los Catalanes.

El Gobierno no hizo el menor caso de aquellas dos ruinas: el castillo y su comandante. Don Modesto era sufrido; conque acabó por someterse a su suerte sin acritud y sin despecho. Cuando vino a Villamar, se alojó en casa de la viuda del sacristán, la cual vivía entregada a la devoción, en compañía de su hija, todavía joven.

El ejército se alojó en campo atrincherado, al que acudían los moros con provisiones, mientras se adoptaba en Consejo de generales el plan sucesivo, que no dejó de tener vacilaciones, siendo por último el de fortificar aquel castillo de fábrica romana para dejar guarnición que tuviera segura la isla é impidiera el armamento de corsarios, á favor de otro fuerte más pequeño en la Cántara, como llave del puerto y de la puente.

Ni cuando se comió el arroz con leche que D.ª Robustiana tenía destinado al marqués de Cotorraso, un día que éste le visitó, ni cuando mordió los zapatos morados de su ilustrísima el obispo de Oviedo, que vino á girar la visita pastoral á Laviana y alojó en su casa, le vió tan descompuesto. ¡Cosa más extraña! Talín comenzó á sospechar que allí existía un gran secreto de familia.

Bernáldez, que alojó en su casa al aludido, contaba: «vino el Almirante en Castilla en el mes de Junio de 1496 vestido de unas ropas de color de hábito de San Francisco de la observancia e en la hechura poco menos que de hábito y con cordón de San Francisco por devoción». Las palabras del P. Las Casas, no son menos claras: «y él, porque era muy devoto de San Francisco, vistióse de pardo, y yo le vide en Sevilla al tiempo que llegó de acá vestido cuasi como fraile de San Francisco».

Luego que entró D. Alonso en Zaragoza se alojó en el palacio de la Azuda, junto á la puerta de Toledo, cuya construccion se atribuye á Aben-Aya ó Aben-Aire, y de quien se supone tomó nombre la calle de Bonaire.