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El mancebo le escuchó sorbiendo sus palabras como precioso jugo de sabiduría. Habían llegado, entretanto, a la plazuela de la Catedral. El templo levantaba su mole religiosa y guerrera en la calma cerúlea del anochecer. Un último reflejo dorado se apagaba en sus almenas. El aire traía un tufillo de sartenes.

Junto á la puerta principal estaba el mostrador, mugriento y pegajoso; detrás de él, la triple fila de pequeños toneles, coronada por almenas de botellas conteniendo los diversos é innumerables líquidos del establecimiento.

No ya cual otro tiempo, en las almenas Van á trozar las bárbaras cadenas De tres siglos de oprobio y opresion: Renegando las glorias de esos dias Vienen á traer satánicas orgías, Vienen á traer degüello y proscripcion.

2 Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. 3 Y llegándose a él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale por la boca de Dios. 5 Entonces el diablo le pasa a la Santa ciudad, y lo pone sobre las almenas del Templo,

Hijos deste cuello eran dos puños chatos, que comenzando de las muñecas, subian y trepaban por las canillas del brazo arriba, que parecia que iban á dar asalto á las barbas. No he visto yo yedra tan codiciosa de subir desde el pie de la muralla donde se arrima, hasta las almenas, como el ahinco que llevaban estos puños á ir á darse de puñadas con los codos.

Veíamos la entrada de alguna fragata o de algún bergantín que venía con el atoaje. Luego, al avanzar la tarde, nos dirigíamos a casa por la muralla dando la vuelta a una punta que, si no recuerdo mal, se llama de San Felipe. Veíamos las baterías con sus cañones, avanzábamos por el adarve a mirar por los huecos de las almenas. Tardábamos todo lo más posible en entrar en casa.

Ramiro levantó la mirada para contemplar el delgado puente de piedra que une sus almenas y que en ese instante contorneaba su arco negrusco sobre un cielo de oro y de llamas. Al viento del Sur, que había levantado desde la mañana continuos remolinos de polvo a lo largo de las carreteras, sucedía ahora una calma de paisaje pintado.

Las otras torres se han derrumbado; únicamente queda ésta en pie, y hasta conserva algunas almenas de su corona. Los muros, dorados por el sol, están tan lisos como al día siguiente del primer banquete celebrado por el señor en el salón. No hay en ella rendija ni rozadura apenas: únicamente el maderamen y los herrajes de las estrechas ventanas semejantes á aspilleras han desaparecido.

Llegamos involuntariamente al pié de la torre del Agua: nos detuvimos, contemplamos de nuevo aquel sombrío paisage donde no se destacan sobre el azul del cielo mas que torres silenciosas coronadas de almenas, y sentimos por instantes latir precipitadamente el corazon y concentrarse el alma en la tristeza.

El notario, que en su juventud había leído á Wálter Scott, experimentaba la dulce impresión del que vuelve á su país de origen al ver las paredes que rodean el templo, viejas y con almenas. La Edad Media era el período en que habría querido vivir.