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Dios le bendiga replicó Rufina , y mi ojo no le haga mal ; y viviendo más que el mundo, nunca herede a su padre, y viva su padre más siglos que tiene almenas en su monarquía. ¡Ay, señor! prosiguió Rufina , ¿quién es aquel caballero que, al parecer, está vestido a la turquesca, con aquella señora tan linda al lado, vestida a la española?

8 Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete detrás de , Satanás, porque escrito está: Al Señor Dios tuyo adorarás, y a él solo servirás. 9 Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre las almenas del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; 10 porque escrito está: Que a sus ángeles mandará de ti, que te guarden; 11 y en las manos te llevarán, para que no dañes tu pie en piedra.

Esta clase de almenas, comunes en muchos edificios árabes, no tienen modelo conocido en ninguna de las antiguas construcciones de Italia y de Grecia. Véase Batissier, p. 406.

Enfrente estaba la vivienda señorial de los Grimaldi, conjunto de edificios de diversas épocas, que le recordó los palacios de algunos príncipes soberanos de la antigua Italia. Era de color rosa obscuro, cortado por el arquerío de las loggias, y tenía adosados unas torres de sillares blancos con almenas hendidas.

¿Para salir al tejado? No tanto. Por aquí se sale á las almenas viejas, y por las almenas se entra en los desvanes, y por los desvanes se va á muchas partes. Por ejemplo, al almenar á donde cae la ventana del dormitorio del cocinero de su majestad. Pues no hay que preguntarme otra vez si quiero dijo Quevedo quitándose los zapatos. No dejéis aquí vuestro calzado, porque saldremos por otra parte.

Vuestra excelencia ha podido convencerse por mismo de cuán urgentes son los reparos que el castillo de San Cristóbal necesita, especialmente hablándose de guerra con el emperador de Marruecos. Mi querido don Modesto contestó el duque , no me atrevo a responder del éxito de esa solicitud, más bien le aconsejaría que pusiera una cruz en las almenas del fuerte, como se pone sobre una sepultura.

Navarrete, Vida de Cervantes, pág. 248. Pellicer, Vida de Cervantes, pág. 193. «Esta historia verdadera Que halló su autor en Italia Del Caballero de IllescasDedicatoria de Las Almenas de Toro, parte 14. Dorotea, lib.

Repare usted que no tiene almenas, sino un parapeto o prolongación de la pared, a mayor altura que el tejado, cuyas aguas salen al exterior por gárgolas de piedra.

Acullá de improviso se le descubre un fuerte castillo o vistoso alcázar, cuyas murallas son de macizo oro, las almenas de diamantes, las puertas de jacintos; finalmente, él es de tan admirable compostura que, con ser la materia de que está formado no menos que de diamantes, de carbuncos, de rubíes, de perlas, de oro y de esmeraldas, es de más estimación su hechura.

Desolada melancolía bañó de pronto la imponente rudeza de la muralla. Ramiro imaginó que las torres se sucedían a espacios iguales, como los paternoster del rosario; que las almenas figuraban las avemarías, y la Catedral, con su saliente cimborio, el hueco crucifijo lleno de reliquias de santos y caballeros.