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Despues de la famosa disputa entre Gerónimo de Santa Fe i los mas doctos rabís de las aljamas de España, convirtiéronse muchos judíos á la fe de Cristo: en Zaragoza, Calatayud i Alcañiz mas de doscientos: en Daroca, Fraga i Barbastro, unas ciento i veinte familias: en Caspe i Maella quinientas personas: i á mas todos los naturales de las villas de Tamarit i Alcolea .

En las aljamas ó mezquitas principales debia haber sermon y lecturas piadosas todos los viernes ó jumas, y todo fiel musulman debia oirlas pudiendo salir de su casa al nacer el sol para volver á la puesta. Por eso la Ley y Sunnah les recomendaba que viviesen lo mas cerca posible de las aljamas.

Es regular que estos grandes edificios y otros igualmente célebres de aquellos tiempos, como las mezquitas de Medina y de Damasco, fuesen obra de artistas bizantinos, puesto que refiere Ebn-Khaldoun que el Califa Walid, hijo de Abd el Malek, tuvo que pedir arquitectos al emperador griego Justiniano II para poder erigir sus hoy famosas aljamas.

Luego que los que ganaron tal privilegio se vieron con la cartas del rei, solicitaron otra de los judíos que regian i gobernaban las aljamas del reino, en que se ordenase al alguacil Fernan Martin la muerte de don Juzaf Pichon . Ejecutada esta el dia 21 de Agosto de 1379, llegó á oidos del rei juntamente con las quejas de los caballeros del reino que estaban sumamente maravillados i ofendidos con un hecho tan injusto; pues que á todos eran notorias las virtudes i honra de don Juzaf Pichon, judío estimadisimo de los mismos cristianos por los muchos i buenos servicios que habia ejecutado en vida de don Enrique II.

No se mitigó la cólera en el rei contra aquellos que tan villanamente lo habian engañado; i así dispuso que jamás pudiesen hacer justicia de sangre en ninguno de los de su lei; privilegio de que hasta entonces habian gozado las aljamas de los reinos de Leon i de Castilla.

»Para ellos los monasterios pobres y sombríos; para nosotros los verjeles, el harem, los baños y las aljamas: aljamas revestidas en lo interior de bruñidos jaspes y esplendorosos estucos, que con su luz y su fragancia transportan al fiel muslim á la casa celeste de la Adoracion construida de jacintos rojos y cercada de lámparas inextinguibles.

Andaba en este tiempo por la corte del rei un judío á quien unos llaman don Juzaf Pichon, i otros don Jucaf Picho: el cual era tenido por hombre honrado á toda lei, i cuyos muchos i buenos servicios lo llevaron al cargo de almojarife i contador mayor de don Enrique II. Es fama que algunos envidiosos tenian con él enemiga, sin duda por verlo en tal estado i tan valido de aquel monarca; i así los que le querian mal, que eran muchos de los judíos mayores de las aljamas, determinaron para que feneciese la privanza de don Juzaf acusarlo de no qué delitos ante el rei de Castilla: los cuales, aunque fingidos, fueron bien probados; i así se vió don Enrique en el caso de administrar justicia, posponiendo el amor que la lealtad de este honrado judío probada en el largo curso de muchos años, habia encendido en su corazón.

El repartidor fué un judío llamado Jacob Aben Nuñes, físico de Enrique IV i su juez mayor; i el repartimiento de lo que cada aljama habia de dar es como sigue: Las aljamas del obispado de Burgos 30.800 mrs Las del de Calahorra 31.100. Las del de Palencia 54.500. Las del de Osma 19.500. Las del de Sigüenza 15.600. Las del de Segovia 19.500. Las del de Avila 39.590.

En 1474 fué hecho el repartimiento á todas las aljamas del reino por lo que tocaba pagar á cada una en el servicio i medio servicio que rendian anualmente á la corona de Castilla.

Cuenta Gerónimo de Zurita en sus Anales de Aragon que en el año de 1413 vista la obstinacion de los judíos en no convertirse á la lei de Gracia, se buscaron nuevos remedios para vencer la repugnancia que estas gentes tenian á admitir en sus entendimientos la luz de la verdad. «Por mandado del Papa, se congregaron en la ciudad de Tortosa i estuvieron juntos todos los mayores rabines que se hallaban en las aljamas del reino, para que públicamente en su presencia i de toda su corte fuesen amonestados que reconociesen el error i ceguedad en que andaba aquella gente.