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Estaba menos débil durante el día; soportaba mejor las fatigas de un largo paseo y cada vez acudía con menos frecuencia a su cama de reposo. Su apetito era más vivo, y sobre todo más constante; ya no rechazaba los alimentos casi sin haberlos probado. Comía, digería y dormía bastante bien.

Durante el almuerzo Melchor derrochó los recursos de su espiritualidad matizando la conversación mesurada y seria de Lorenzo, a quien, como de costumbre, incitaba a la jovialidad, diciéndole más de una vez: No temas... come; ¡pero ríe! porque la risa es el gran digestivo; jamás la mesa llenará su función si no comprende estas tres condiciones fundamentales: buenos y abundantes alimentos; buena y abundante conversación: ¡y a cada bocado una carcajada formidable!

Así pues, el carbon es, despues del arsénico, el medio mejor de escitar esta vitalidad, cuando la ingestion de alimentos frios, de agua fria y aun el hielo, la han rebajado hasta el punto que la reaccion local no puede reanimarla con el calor; los calambres, los dolores quemantes y la ansiedad, son la consecuencia de este estado, á menos que no revista una marcha menos aguda, pero que no por eso es menos eficazmente combatida por el carbon.

El práctico puede convencerse todos los dias con el hierro, el fósforo, el azufre, la sal marina y el carbonato de cal en particular, que entra en grande proporcion en la composicion de nuestros órganos, que existe en nuestros alimentos y bebidas, y que sin embargo es uno de los mas poderosos modificadores terapéuticos en todas las edades, y el medicamento indispensable de la infancia.

La vegetación es allí desconocida. Aquella tierra ingrata, que nos oculta el polo, parece un país de muerte y de hambre. En el muy corto intervalo de tiempo que el agua no está helada, la vida sería posible en aquellos parajes, pero el hielo dura nueve meses en el año. Y durante este tiempo, ¿qué hacer?; y los alimentos, ¿dónde hallarlos? No hay que pensar en buscar.

De cada pueblo deberían enviarse cada año a Candelaria, cuando menos, 4 muchachos y 2 muchachas, prefiriendo siempre a los hijos de los caciques, para que allí los destinasen a lo que fuese cada uno a propósito o tuviesen inclinación; y por cada uno de los que enviasen, debería acudir con uno o dos pesos mensuales, o con lo que se tuviese por conveniente señalar para ayuda de alimentos y vestuarios de ellos y ellas, que a todos se debían tener con decencia.

Pero desde que se posesionaron de la casa los mellizos, ávidos de vida y de leche, que había que formar con buenos alimentos, el dichoso y asendereado padre no pudo obsequiar a la abuelita con los sobrantes de su ganancia, porque no los tenía. Más que para dar estaba para que le dieran.

Sin temor de ninguna clase me echo el jarro lleno sobre el cuerpo... Por la noche me acuesto en cuanto puedo... A la comida, agua pura... Los alimentos sanos, nutritivos... Y en cuanto a esas porcuzas que acaban con los hombres, siempre procuré tenerlas lejos... Cuando era estudiante, hubo una que hasta quiso ponerme casa; pero yo alcé el bastón ¡barájoles! y, si no se me escapa pronto, la dejo como una breva.

15 Y acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José diciendo: Danos pan: ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? 17 Y ellos trajeron sus ganados a José; y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y los sustentó de pan por todos sus ganados aquel año.

Por supuesto, el entendimiento se adapta a las creencias en que ha sido amamantado como el paladar a los alimentos, y toda religión es tenida por los que la profesan, y mayormente por los que de ella viven, como el mayor bien posible.