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La basílica de San Márcos, que solo tiene en el mundo un rival, San Pedro de Roma, aunque le supera en algo, es otro de los portentos de Venecia: cuanto mas se ve, mas crece el asombro, cuanto mas se examina mas necesidad hay de acordarse de la historia, para admitir como cierto lo que se ve; tantos son los prodigios que contiene.

«Ya ves, hija, has cometido una falta, tratar a la señora con altivez, con insolencia; esto, que es feo de por , la asustó a ella haciéndole creer que sabes algo y que abusas de tu secreto; le asustó a él que teme que vas a cantar, y me perjudica a , como comprendes, porque... ya ves... estando asustada ella... recelosa... pago yo.

Ahora, la celebridad traía á sus brazos damas de alta posición, pero con un pasado inconfesable, ansiosas de novedades y excesivamente maduras. Esta burguesa que marchaba hacia él y en el momento del abandono retrocedía con bruscos renacimientos de pudor representaba algo extraordinario. Los salones de tango experimentaron una gran pérdida.

Lo que la había dicho ya era algo; pero el modo de decírselo no podía ser más expresivo ni elocuente.

De allí salen para la gloria o para el hospital todos los que un día se tocaron la garganta, reconociendo que tenían algo, y arrojaron la aguja, la herramienta o la pluma, corriendo a Milán desde todos los extremos del mundo.

El señor entendido decía que estas vistas no pertenecían en realidad á la historia; que eran, ¿cómo diré yo? lo mismo que retales que le habían puesto al film. ¿Me explico bien, señor comisario? Cosas viejas de la guerra que habían aprovechado; algo así como los remiendos que se echan á la ropa para que parezca mejor.... Pero yo no entiendo de esto, y las vistas me han parecido magníficas.

Un verdadero «Papa de Ivetot», pero de un Ivetot de Provenza, con algo de picaresco en la risa, un tallo de mejorana en la birreta, y sin el más insignificante trapicheo... La única Juanota que siempre se le conoció a este santo padre era su viña, una viñita plantada por él mismo a tres leguas de Aviñón, entre los mirtos de Château-Neuf.

En nombre de la humanidad y de la especie te miraré con benevolencia... Cierto que me ha de escocer algo. Pero cogeré mi sombrero y me marcharé de tu casa, sin que eso quiera decir que te abandone, pues lo que haré será jubilarte, señalándote media paga». ¡Pero qué hombre más raro, y qué manera de querer! pensaba Fortunata. iv

Algo parecido a esto de Sócrates y Sófocles se lo dijo Apolonio a Belarmino, en el asilo y en coyuntura bastante dramática; lo cual me hace suponer que Escobar y Apolonio habían llegado a ser amigos, y que el zapatero estaba inspirado por las teorías del Estudiantón. Se observará que estas teorías son enteramente opuestas a las de don Amaranto.

Bueno, bueno exclamó éste con acento doloroso. Bien se conoce que no has tenido que luchar con indecentes usureros toda la mañana para concluir por dejarles algo ... que es una infamia empeñar añadió por lo bajo.