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Estaban los dos muy distantes de creer que en sus encuentros diarios podía llegarse á algo que no fuese hablar y mirarse. Era el primer amor, la expansión de la juventud apenas despierta, que se contenta con verse, con hablar y reir, sin sombra alguna de deseo.

Aresti creyó encontrar en este edificio algo de la dualidad de carácter del caballero Íñigo de Loyola en los tiempos de su juventud.

Prefería al dominio de un valido prepotente, a quien el Monarca sacaba de la nada, el mando de esto que llaman clases conservadoras, en las cuales entraba por algo la suya, aunque mezclada con el instable remedo de la aristocracia de buena ley y con el furioso aluvión de injustificadas e improvisadas notabilidades.

¿Sería indiscreto si le rogase que me reservara todos los valses? preguntó él, ofreciéndole el brazo. Sería algo más que indiscreto, y yo no puedo autorizar semejante monopolio respondió sonriendo María Teresa. ¿Cree usted que no encontraré tan buenos bailadores como usted entre todos esos jóvenes? No es como bailador, por lo que yo pido la preferencia.

Hablaba con la cabeza baja, evitando mirar á su mujer, sentada enfrente. Varias veces sus ojos se habían encontrado con los de Cristina, fijos en él con una expresión desconocida. Esta caricia muda que tenía algo de súplica, le causaba por su novedad cierta molestia. Después de comer, el millonario se entró en su despacho.

Usted dice que es pobre, Fernando, y otros como usted lo dicen igualmente. Todo el que no es millonario se cree en la pobreza, y habla de ella como de algo agradable y hermoso que debe proporcionarle una aureola de simpatía. No; usted no ha sido pobre jamás, ni sabe lo que es eso. Usted necesita ser rico, conforme; pero no tiene una idea de lo que es la miseria.

Nadie contestó. Volvió á repetir más fuerte: Pedro... Pedro... Esta vez la voz de Pedro contestó: ¿Qué es eso?... ¿Quién va? Soy yo; no te asustes. El joven se incorporó violentamente en la cama y exclamó espantado, aunque en voz baja también: ¡Usted, señorita!... ¿Ocurre algo?... ¿Qué es lo que quiere?...

Demuéstrase en él, entre otras cosas, por las leyes del Concejo, la antigua y suma importancia de la ganadería en la Montaña. Y ésta más, Los Eddas, traducción del poema de este nombre, algo como la Iliada de los suecos: es empresa de los albores literarios de nuestro amigo.

Bonis, que había caminado solo, detrás de doña Celestina, cuidando de que el pañuelo que cubría el rostro de Antonio, dormido, no se deslizara al suelo, no había tenido tiempo, mientras iba por las calles, para sentir la ternura grave y poética propia del caso; más bien recordaba después haber experimentado así como un poco de sonrojo ante las miradas curiosas y frías, casi insolentes y como algo burlonas, del público indiferente y distraído.

Y entonces, en ese profundo silencio, Azorín ha dicho: Orsi, toque usted algo de Beethoven... la última sinfonía... estamos solos... Y Orsi ha contestado: Beethoven... Beethoven... Azorín, un poquito de cognac por Beethoven. Y el violoncello, por última vez, ha cantado en notas hondas y misteriosas, en notas que plañían dolores y semejaban como una despedida trágica de la vida.