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Se pensaba también que sus mejillas habían conocido las lágrimas; lágrimas dolorosas y amargas. Había algo de nervioso y de inquietante en sus movimientos: el rostro era alegre y sonreía; pero el piececito, calzado con un chanclo deteriorado y sucio de barro, hería nerviosamente el suelo, como si quisiera acelerar la marcha del tranvía, que avanzaba muy despacio.

El señor de Lerne había ido a despedirse. Aunque la separación debía ser corta, no le fue dado dejar de sentirse emocionada y sin fuerzas. Temiendo manifestar demasiado sentimiento, llevó la reserva hasta mostrarse fría. Admirado de su actitud concentrada y algo burlona, el señor de Lerne púsose también silencioso y disgustado.

Antolín, si no era rico, no daba muestras de aborrecer la riqueza: su pobreza tenía algo de problemática.

Algo tenían de común, ahora que recuerdo, y era que todos padecían de fuertes y molestísimas jaquecas. Juan Pablo era guapo, simpático y muy bien plantado, de buena estatura, ameno y fácil en el decir, de inteligencia flexible y despierta.

Jaime, llevando la escopeta algo caída de su hombro, como si el arma fuera a descolgarse sola, desembocó en un claro del bosque que formaba ancha plazoleta ante la fragua. Era ésta una casucha construida con adobes, negra de humo y cubierta por un techo giboso, que en algunos de sus puntos se abombaba como si fuera a desplomarse.

Si llevaba guindastes, propaos, cornamusas y cabilleros para la maniobra, y cómo estaban dispuestos. Si llevaba molinete para la maniobra de las anclas y si éstas se levaban con vivador y mojeles. Si llevaba escobenes, gateras y bitas para los cables y algo que sustituyese á las mordazas y estopores actuales, así como á los disparadores para dar fondo.

No el tiempo que hablé, pero que solté muchas, muchísimas cosas, y dicho sea prescindiendo momentáneamente de la modestia, enmedio del desorden extraordinario de las ideas, de algunas repeticiones y no pocas reticencias de que estaba sembrado el discurso, me figuro que estuve elocuente. De vez en cuando hacía paradas, esperando que ella respondiese algo; pero en vano.

Se prosiguió la marcha, y al fin llegamos á la Guardia del Monte, pasando un poco antes una cañada profunda que recoge aguas da la parte del N del camino, que dirigiéndose al S, desagua en la Laguna del Monte. No tuvimos director ó baqueana en los malos pasos, y por esta causa casi nadamos con los caballos. Comenzamos la marcha por terrenos algo mas suaves y secos, menos las cañadas.

No por eso ¡oh pueblo de las grandes melancolías! quedarás huérfano y desamparado de ideales que te sublimen y ennoblezcan, algo más que las absurdas abstracciones metafísicas con que hoy te engañan. ¿Quieres saber a quién adoramos nosotros? a la Razón. ¿En qué templo? En el gabinete de estudio, en el laboratorio, en el taller. ¿Cuál es nuestra Biblia?

El dia 14, caminando al SE por acercarse al mar, á dos leguas entraron sin pensar en una tierra sin pasto ni yerba, como campaña recien quemada, algo arenisca, y todo el dia fué de la misma calidad.