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Ved cómo cabalga en la alta rama, y atrevida mira cara á cara al olmo corpulento, al castaño de mil flores y al quijotesco eucaliptus. Por el suelo rastrea muchedumbre de pajes y espoliques, alelíes, espuelas de caballero, gentezuela menuda que vive de la adulación, á la sombra de los grandes señores, y el bíblico lirio, vestido siempre de Nazareno.

Allí podemos admirarla cuando cruza en carretela bajo las célebres alamedas del Salón y de la Bomba, entre perpetuos verjeles; ó cuando echa pie á tierra y luce su garbo y su elegancia por la alegre Carrera de Genil, frente á la cual sonríen embelesadas las eternas nieves de la vecina Sierra, que parece toca uno con la mano; ó bien la encontramos asomada, como una flor más, á un balcón natural de rosas y alelíes, en aquellos cármenes escalonados por las laderas de todas las colinas, desde cuyas alturas corren, triscan y saltan mil arroyos bullidores, como otros tantos duendes que minan los cerros, las calles y las casas de la ciudad, creando pensiles en todas partes.

Aquel merci es un postizo, un adefesio, una caricatura. ¿Por qué poneros caricaturas extranjeras, cuando las caras nacionales son tan hermosas? ¿Por qué aderezaros con flores mústias de otro clima, cuando nuestros soles crian en nuestros campos tantos jazmines y alelíes? Bellísimas jóvenes españolas, no digais merci: os lo suplico por el alma de vuestros difuntos.

En torno de las rosas colocó en vez del relleno verde de almoraduj y malva otro de alelíes blancos y morados y en seguida una faja de geranios de todos colores, combinándolos graciosamente. Estaba hecho el ramillete. Para cerrarlo cogió algunos puñados de tomillo y los fue agregando a fin de que le sirviesen de apoyo.

Pañales pobres se secaban en las cancillas de las puertas; la cuna del recién nacido, colocada en el umbral, se exhibía tan sin reparo como las enaguas de la madre.... Y no obstante, el barrio no era triste; lejos de eso, los árboles vecinos, el campo y mar colindantes, lo hacían por todo extremo saludable; el paso de los coches lo alborotaba; los chiquillos, piando como gorriones, le prestaban por momentos singular animación; apenas había casa sin jaula de codorniz o jilguero, sin alelíes o albahaca en el antepecho de las ventanas; y no bien lucía el sol, las barricas de sardinas arenques, arrimadas a la pared y descubiertas, brillaban como gigantesca rueda de plata.

Se llega al vestíbulo por cinco o seis rampas practicables para los carruajes y con un piso desigual y accidentado, que, si se sostiene, es por la fuerza de la costumbre, porque el cemento hace mucho tiempo que falta. Los alelíes y las plantas trepadoras se deslizan por todas las grietas y perfuman el camino como un jardín.

Miraba Chinto a la bahía con la boca abierta, y cuando al fin salió Amparo, no pudo verla: ella en cambio le divisó desde lejos, y veloz como una saeta, varió de rumbo, tomando por la insigne calle del Sol, que componen media docena de casas gibosas y dos tapias coronadas de hierba y alelíes silvestres.

Se levantaba muy temprano y salía á la huerta, donde hizo por su mano algunas notables mejoras, como fué la de trasplantar algunos claveles que estaban demasiado prietos y se molestaban, y limpiar el polvo con delicado esmero á las hojas de una enredadera: también colocó una esterita de quitaipón sobre los alelíes para que el sol no los quemase á ciertas horas del día.

La libertad con que comemos, nos hace creer que nos encontramos en una romería, entre tomillo y alelíes. Hemos comido opípara y deliciosamente, y aquí doy fin al dia décimo tercero, porque seria muy difícil darle mejor final. =Dia décimo cuarto=. El sueldo de la paralítica. Mis humos caballerescos. Establecimiento de caldo.

Olvidábaseme decir que no sólo en el patio, sino en todo el tránsito que había recorrido, en los rincones de la sala y hasta en el medio de ella, se veían tiestos con flores. Luego que hube examinado todo lo que allí había, acerqué la nariz a estas flores, claveles, alelíes, rosas, y me pasé algunos segundos tratando de embriagarme con su perfume para calmar la inquietud que me atormentaba.