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A Dios sean dadas... contestó el jesuita afablemente . Vamos, no afligirse, mi señora Doña Lucía... al contrario. Estamos de enhorabuena. No... no, si es de gozo contestó la enfermera. Y como la sotana negra y el alto talle fajado se alejasen, hizo suavemente: ce, ce. El jesuita se volvió. Yo también, Padre Arrigoitia, me quiero confesar, pronto, pronto.

Una sonrisa de orgullo apuntó por debajo de su gesto implacable, como si confiara en que el espíritu inmortal de sus antepasados acababa, de presenciar aquel movimiento, que les iba dedicado como una ofrenda. Seguidamente, señalando la puerta, ordenó a los genoveses que se alejasen. Un instante después llegaba Pablillos con la humeante colación.

El coronel estaba seguro de que este heroico burlón se divertía con sus precauciones meticulosas... Pero no podría negar que le interesaba la novedad de la ceremonia. Lewis salió para disponer que los automóviles se alejasen hasta una arboleda cercana. Un verdadero disgusto para los dos conductores.

Increíble fué el júbilo y la fiesta que hizo aquella buena gente, manifestando el gusto que tenían de ver en sus países á nuestros Misioneros, diciendo en nombre de todos el cacique principal, indio, por cierto digno de estimación, que no obstante sus grandes necesidades, hambres y pobreza no se había apartado de su pueblo ni permitido que los suyos se alejasen por estar en continua esperanza de que habían de ir los nuestros, habiendo enviado varias veces, y él mismo ido en persona, á registrar los caminos para ver si parecían.

Comenzó a dar vueltas al manubrio del organillo y la gangosa melodía sonó otra vez. Maltrana dijo adiós a su tío; pero éste, antes de que se alejasen, tuvo un arranque de generosidad. Tomad lo que queráis. Ya que sois recién casados, os debo un regalo.

Otro día les rogó Andrés que mudasen de sitio y se alejasen de Madrid, porque temía ser conocido si allí estaba; ellos dijeron que ya tenían determinado irse a los montes de Toledo, y desde allí correr y garramar toda la tierra circunvecina.

Nada más fácil a éste que inutilizar media docena de diputados hostiles por medio de otros tantos autos de prisión, o de falsos telegramas que los alejasen de Madrid el día crítico; pero ¿estaba él seguro de que apelando a estos extremos, aunque muy parlamentarios, nada buenos, no le exterminasen las oposiciones otros tantos auxiliares, con una paliza, por ejemplo?

Los marinos de Salomón aguardaban mar afuera a que las bestias se alejasen en busca de comida, y entonces desembarcaban, y con gran prisa iban cargando las bolas de oro, para hacer al día siguiente la misma operación.