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Ve á verlo y le darás un alegrón. ¡Valiente cosa te importa la mala cara que pueda hacerte tu parienta!... Aresti pareció encabritarse oyendo esto. ¿Conque tenían á su primo en una especie de secuestro manso, para que no le viera, y llamaban á otro médico como si él hubiese muerto?... Pues allá se iba al instante. Sentía curiosidad por ver de cerca la nueva dicha del millonario.

Así que, cedió en seguida al ruego que le hizo, poco tiempo después de trabar amistad con él, de estudiar juntos y ayudarse a «sacar las composiciones.» Y como Miguel era de comprensión rápida y expedita, aunque un poco aturdido, no fue pequeño el servicio que le prestó; tanto, que al verle traducir con más facilidad y al examinar sus temas mejor concertados, el cura no salía de su asombro: «¡Brutandor, parece que la Providencia ha querido al fin mandarte un rayo de sentido común; alabada sea ellaEl capellán, aunque presumía de perspicaz, no dio en la razón de este favorable cambio hasta pasados algunos meses; cuando al fin averiguó que las composiciones y las traducciones se sacaban con ayuda de vecinos, no quisiera equivocarme, pero tuvo un verdadero alegrón, porque veía confirmado su juicio: «¡Hola! ¿conque Bullita se ha dignado tenderte su mano protectora? ¡Oh generoso niño!... Ven aquí, Bullita... declíname generoso puer.......... y , Brutandor, declíname asinus.......... a un tiempo.» Y en verlos ir declinando a voces formando algarabía holgábase D. Juan y se divertía la clase.

En cuanto a la pobre clase media, cuyos límites van perdiéndose y desvaneciéndose cada vez más, por arriba en la alta sociedad, en que hay de ella no pocos intrusos, y por abajo en la capa inferior del pueblo, que va conquistando sus usos, ésa sólo de una manera se divierte. ¿Llegó un día de días? ¿Hubo boda? ¿Nació un niño? ¿Diéronle un empleo al amo de la casa? que en España ese es el gran alegrón que hay que recibir.

¿Querrás creer, chico repuso Enrique, dejándose engañar como muchas veces por el tono serio que comunicaba Miguel a sus palabras, que no se me había ocurrido?... Cuando Marmita me las mandó, tuve un verdadero alegrón... , , comprendo que habrá sido una de las más puras satisfacciones de tu vida. Enrique volvió a mirarle serio y amoscado, y continuó afeitándose.

Al cabo dijo sonriendo con amargura: quieres mucho a Clementina, ¿verdad?... Pues mira; lo mejor que puedes hacer para darle un alegrón es reventar cuanto más antes. El pobre Osorio está con el agua al cuello. Ahora me explico por qué sus acreedores no acaban de tragárselo.

Dios le había deparado sin duda aquel trance para probarla y darle de improviso, cuando más afligida estuviese, el alegrón de ganar el pleito y confundir a su implacable abuela. Pero donde la hallamos más en carácter es en aquel punto y hora en que echaba mano de su cualidad de idealizar las cosas para obtener los más dulces confortamientos. ¿No ennoblece el martirio a las criaturas?

¿No habéis visto entrar en el cuarto de la reina un hombre, don Francisco? por cierto; y os confieso que tal entrada me pone en confusiones; como que el hombre que ha entrado en el cuarto de la reina es un mozo que me interesa mucho y que... os voy á dar un alegrón, tío Manolillo; pero habéis de pagármelo diciéndome todo lo que sepáis. Si me alegro, os pago.

Salí a su encuentro y las recibí sin disimular una pizca el alegrón que con su visita me daban. Los ojos y la nariz era lo único que se veía de sus personas: todo lo demás era un conglomerado de faldas, chaquetas, toquillas y mantones de lana espesa y dulce.

De mi hermano no una palabra: ignoro por completo su paradero. ¿A quién dirás que tuve el alegrón de abrazar ayer? A nuestro cartero; al fiel y nunca bien alabado Pateta, que está hecho un veterano. Dos días ha andado perdido por los montes, con otro compañero, después de ser sorprendido y derrotado el destacamento de que formaba parte. Cuentan cosas horribles.

¡Pues un alegrón! porque este llanto tuyo implica la crisis más franca en tu estado puramente moral... con esas lágrimas ha volcado bajo la presión ambiente, toda la enfermedad nerviosa de que padecías... Ahora siento un gran alivio.