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Gastadora de bolsillos, destructora de saludes, envenenadora de almas y perdimientos de cuerpos. Acostumbrada á la vida alegre, desvergonzada y serena, haciendo gala del sambenito y pregonándose á voces. ¡Oh! ¡es verdad! ¡qué vergüenza!

Una vez tomada la competente altura, navegamos entre la costa de Pagbilao que teníamos á estribor, y la islita de Patayan que cual un canastillo de verdura se nos mostraba á babor. En la playa de Patayan llamó nuestra atención una solitaria y alegre casita que se divisaba entre un grupo de cocos.

La casa de mi tía no era alegre, ya se lo he dicho, y lo era menos aún la existencia que llevaba yo en Ormessón.

En su estirpe figuraban toda clase de glorias: amigos de monarcas; Adelantados que infundían miedo a la morisma; virreyes de las Indias, santos arzobispos, almirantes de las galeras reales; pero el alegre marqués daba de barato tantos honores y tan preclaros ascendientes, pensando que hubiera sido mejor para él poseer una fortuna como la de su cuñado Dupont, aunque sin las obligaciones y trabajos de éste.

Don Fadrique, como si anhelase apartar de tristes y enojosos pensamientos, impropios de su carácter y risueña filosofía, se pasó la mano por la frente, y creyendo que recobraba su serena y alegre condición, dijo en voz alta: Hola, ilustre poeta, ¿qué nuevo idilio compone V. en estas soledades? Don Carlos se levantó del asiento, y yendo hacia los recién venidos, dijo: Buenos días, Sr.

Su personalidad iba a desdoblarse, prolongándose en el curso de la vida. Esto le elevaba como hombre. Pero creyó sentir en torno algo que se despegaba de él. La juventud alegre, sin responsabilidades ni obligaciones, se perdía para siempre. A lo lejos, la Ilusión, en fuga, batía sus alas de diamante. Sufrió Maltrana un gran cambio en su vida.

No iba nada Sancho alegre, porque le entristecía ver que Altisidora no le había cumplido la palabra de darle las camisas; y, yendo y viniendo en esto, dijo a su amo: -En verdad, señor, que soy el más desgraciado médico que se debe de hallar en el mundo, en el cual hay físicos que, con matar al enfermo que curan, quieren ser pagados de su trabajo, que no es otro sino firmar una cedulilla de algunas medicinas, que no las hace él, sino el boticario, y cátalo cantusado; y a , que la salud ajena me cuesta gotas de sangre, mamonas, pellizcos, alfilerazos y azotes, no me dan un ardite.

El brillante fuego le daba a la vieja estancia, con sus colgaduras fúnebres, un aspecto alegre y confortable que contrastaba con la fuerte helada exterior, y no teniendo deseos de dormir todavía, me eché en una silla de brazos y senteme a reflexionar profundamente.

Parecía aquello una sombra de ferrocarril..... Pero yo me alegré en el alma de hacer aquellas nueve leguas tan solitaria y cómodamente, corriendo de una ventanilla á otra para admirar soberbios paisajes montañosos, en que se veían confundidos árboles, rocas, malezas, viaductos, prados, cabañas, túneles, desmontes, bosques, arroyos, puentes..... ¡Todos los encantos de la naturaleza y de la civilización!

Estarás muy alegre, naturalmente... ya se te irá el gozo al pozo, viejo cucaracha, que te pasas la vida royendo papeles y reputaciones. Estoy seguro que dirás a tus compañeros: Ese, ése, es el que me robó la fortuna y me dejó en la miseria y me ha obligado a apechugar con este empleo miserable; si no fuera por él, me pasearía, en gran carruaje, por esas calles.