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Después marcharon ambos en triunfo a una de las alcobas del harem, o lo que es igual, dieron dos vueltas por el salón y se fueron a sentar en el sofá, donde antes se hallaban.

Dando trompicones, entró Ido en una de las alcobas, y apoyando la rodilla en el camastro que allí había empezó a dar golpes con el palillo, pronunciando torpemente estas palabras: «Adúlteros, expiad vuestro crimen». Los que desde el corredor le oían, reíanse a todo trapo, y Nicanora arengaba al público diciendo: «pronto se le pasará; cuanto más fuerte, menos le dura».

Las ninfas en sus humidas alcobas Sienten tu rabia, ó vengativo Nume, Y de sus rostros la color les robas. El nadante poeta que presume Llegar á la ribera defendida, Sus ayes pierde y su teson consume. Que su corta carrera es impedida De las agudas puntas del tridente, Entonces fiero y aspero homicida.

Los más grandes poetas, sin que nadie les tache de pervertidores, fundan sus obras admirables en aquellas pasiones que convertían en alcobas las grutas, las florestas, los prados, las selvas y los bosques.

La política mas impura se elabora en esos salones y esas alcobas, donde tienen sus templos la lisonja, la empleomanía y el interes. Pero he recogido en España abundante provision de anécdotas que edificarían al mejor amador de escándalos. No las relataré, pues, gracias á los Españoles, tengo mejores cosas de qué hablar....

Tenía dos alcobas y un gabinete; las puertas, macizas también y de abultado herraje; y como allí «se daban» reuniones, abundaban las sillas más que en casa de Rufita González, y aun había algunas de tapicería de lana; las alfombras eran de fieltro; se contaban hasta cuatro rinconeras con baratijas del bazar de Periquet, y sobre la consola, amén de los clásicos floreros con fanal y un relojillo de bronce que no andaba años hacía, más baratijas valencianas y muchos caracoles y cascaritas de la playa.

En el extremo de ese recuesto se halla un elegante hotel precedido de hermosas terrazas, y al frente de él se precipita la cascada, dando saltos estrepitosos por entre vastas alcobas de verdura sombría tapizadas de líquenes y musgos. Allí cada viajero va sitúandose sucesivamente en los balcones ó miradores de piedra que permiten de trecho en trecho contemplar de cerca la cascada.

No tardaron las dos tarascas que, entre paréntesis, si apostaran a repugnantes y feas, no habría quien les ganara; no tardaron, digo, en dar a la anciana las explicaciones que del suceso pedía. No admitido Ponte en las alcobas de la Bernarda, arrimose al quicio de la puerta de la capilla de Irlandeses para pasar la noche.

No pequeña parte del castillo estaba muy cómoda, elegante y hasta ricamente amueblada aún, gracias al esmero cuidadoso de la Condesa viuda. Tapices flamencos cubrían las paredes de dos amplios salones. Los antiguos muebles se hallaban en perfecto estado de conservación. En las alcobas había camas de roble primorosamente esculpido y con colgaduras de damasco.

La alegría corría otra vez por toda la casa; no había rincones seguros contra el atrevimiento de los amigos íntimos; y en los gabinetes, y hasta en las alcobas donde estaba aún el lecho virginal de las hijas de Vegallana, sonaban a veces carcajadas, gritos comprimidos, delatores de los juegos en que consistía la vida de aquella Arcadia casera.