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Los gobiernos de Lima, Buenos Aires y Chile, distrayéndose de las atenciones que los rodeaban, tendian la vista hácia estas poblaciones misteriosas, reiterando sus conatos para alcanzarlas; y las noticias que circulaban sobre su existencia, eran tan circunstanciadas y concordes, que arrancaban el convencimiento.

Las lanchas atracaban difícilmente; pero a pesar de esto, una vez trasbordados los heridos, el embarco fue fácil, porque los marineros se precipitaban en ellas deslizándose por una cuerda, o arrojándose de un salto. Muchos se echaban al agua para alcanzarlas a nado. Por mi imaginación cruzó como un problema terrible la idea de cuál de aquellos dos procedimientos emplearía para salvarme.

Resta ahora proponer algunas advertencias para hacer bien las demostraciones. Toda demostracion ha de tener por objeto las cosas universales, porque de las singulares no puede haberla. Conócense las singulares con toda evidencia por la aplicacion de los sentidos á las cosas, y de la mente á las primeras nociones; pero no se demuestran, ni lo necesitan, porque no es menester otro medio distinto de ellas mismas para alcanzarlas. La presencia de la luz, lo pesado y liviano, el movimiento, el frio y calor, y otras cosas á este modo con sola la aplicacion de los sentidos son evidentes: como lo son tambien las primeras y simples nociones que tiene el entendimiento, y sirven de basa, y ocasion al ingenio para formar demostraciones. Es verdad, que los universales se forman de los singulares; pero solo se hace abstrayendo de estos los atributos comunes, los quales son los que aprovechan para demostrar las cosas. En cada ente singular, ademas de los predicados comunes, hay una particularidad tan propia suya, que no se halla en otro ninguno aun del mismo género. Los Griegos la llamaron [Griego: Idyosynkrasia] idiosyncrasia, de la qual se trata extensamente en la Medicina, y no está sujeta á demostracion por ser especial y propia de cada individuo. De esta singularidad nace la distinta cara, genio, y especial temperamento de los hombres; y debe esta conocerse por observacion particular, que solo sirve para aquella determinada cosa donde reside, y no puede demostrarse, porque no hay medio, antecedente, ni principio á que reducirla, por ser única. Debe tambien la demostracion ser de cosas necesarias y perpetuas, porque así será siempre verdadera, puesto que las cosas contingentes y que pasan, por su misma mutacion estan expuestas á la incertidumbre. Por eso las difiniciones y divisiones lógicas bien hechas son los medios mas á propósito que hay para las demostraciones; y bien se ve que los predicados esenciales son perpetuos y permanentes, y siempre unos mismos en las cosas, porque ni se engendran de nuevo, ni se acaban: hácense solo de nuevo, y se destruyen los singulares individuos que los contienen. Para entender esto físicamente puede servir lo que hemos dicho de los elementos, y de las semillas en el discurso sobre el Mecanismo[a]. Sirve asimismo para demostrar las cosas el conocimiento de sus causas. Para proceder en esto con acierto, especialmente en el estudio de la naturaleza, cuyas demostraciones casi siempre se hacen por este camino, conviene saber que por causa no entendemos solo la eficiente, sino tambien la material, que es el sugeto y basa de que se compone una cosa: la formal, que es el conjunto de caractéres con que se distingue de otras: la instrumental, que es el medio con que se forma: la final, que es el fin á que se endereza. De todas estas hablaba Virgilio quando decia: dichoso aquel que puede conocer las causas de las cosas[b], &c. y con razon, porque es sumamente util conocer y distinguir cada una de las causas propuestas. El no haber cosa ninguna en que no concurran estas causas, es el motivo de ser útiles para las demostraciones, y de ahí ha nacido la máxîma fundamental tantas veces inculcada de Wolfio: nada se hace sin razon suficiente[c]. Por esto han culpado muchos á Verulamio, que quitó del estudio de la Física las causas finales, dando motivo con esto á introducir el Epicurismo. Siendo, pues, preciso que estas causas estén conexâs con las cosas, dimanan de ahí dos suertes de demostraciones: unas prueban las cosas por sus causas, y se llaman

Creo que alguien, no dónde, ha emitido esta idea; tal vez la haya leído ayer mismo, pero no es plagio; la hubiera podido inventar. No obstante, así que mi imaginación se apacigua, un pánico irresistible se apodera de mis alegres ideas, y corren, vuelan, se escapan y desaparecen a menudo, sin que yo pueda alcanzarlas.

Cuanto á las altas cúspides de los Andes y del Himalaya, sobradamente elevadas en la región del frío para que el hombre pueda subir á ellas directamente, ya vendrá día en que se las arregle para alcanzarlas. Ya le han llevado los globos á dos ó tres kilómetros más de altura: otras naves aéreas irán á dejarle encima del Gaurisankar, sobre la «Gran Diadema del Cielo brillante».