United States or China ? Vote for the TOP Country of the Week !


Manuel don Lope no estuuiere ay, a V. Ex.^a pido se la , y me alcance el tal fauor, y de qualquier manera, q. esté ó no esté, me fauoresca en él, y con breuedad, que lo pide mi estado . De V. Ex.^a muy humilde serui.^or Ant. Perez. Mars 1604 Bibl. Nac. de París, Fr., 3.652, fol. 103. Colección Morel Fatio, núm. Syre. Ya V. M.^d ha sabido mis auenturas por relacion del Sr. Manuel don Lope.

Desengáñese Vd., señorita, el matrimonio no está al alcance de todas las fortunas. ¡Cuando digo que piensa Vd. cosas muy raras! ¿De modo que una muchacha pobre no puede enamorar a un hombre rico, y viceversa? Lo primero no es tan difícil; pero el viceversa es punto menos que imposible. Explíquese Vd. Los encantos de la mujer no necesitan la ayuda del dinero.

Hasta altas horas de la noche acompañaban al herido el doctor, el apoderado y algunos individuos de la cuadrilla. Cuando llegaba Potaje, quedábase cerca de una mesa, procurando tener las botellas al alcance de la mano. La conversación entre Ruiz, el apoderado y el Nacional era siempre sobre los toros. Imposible juntarse con don José para hablar de otra cosa.

Y cuando el príncipe asiente con un movimiento de cabeza, echa á andar precipitadamente. Luego, más lejos, casi empieza á correr cuesta arriba, jadeando y sin sentir el cansancio. Desea llegar á su casa pronto, y tiene miedo de llegar. Madó sólo le convence cuando está al alcance de sus gritos. Se estremece pensando que puede de nuevo ver visiones.

Y se alejaba de Gabriel, que no podía comprender el verdadero alcance de este desvío de sus discípulos. Muchas veces, al entrar en las habitaciones de la torre para pasar un rato con ellos, cesaban repentinamente en la conversación y le miraban con zozobra, temiendo, sin duda, que pudiera escuchar sus palabras. Don Martín hacía muchos días que no se presentaba en el claustro.

Y todo esto lo tenía al alcance de su mano, como las obleas; ¡y nadie le veía ni podía delatarle!

Puso un anzuelo nuevo; un enorme gancho, en el que ensartó varios roveles, y sin soltar el timón agarró un agudo bichero. ¡Flojo golpe iba a soltarle a aquella bestia estúpida y fornida como se pusiera a su alcance! El aparejo pendía de la popa casi recto. La barca volvió a estremecerse, pero esta vez de un modo terrible.

Por esto, Zarandilla, más que de los guisos de su mujer, se preocupaba de la botella, manteniéndola al alcance de su mano, calculando previamente, con avaricia infantil, lo que podría beber Rafael, y asignándose el resto, sin consideración alguna, a la mujer que aprovechaba el menor descuido para retirarla, guardándose su parte.

Y el otro, dando entonces rienda suelta a la rabia que le ahogaba, al rencor contra el padre de aquel inocente, fuera ya de su alcance, que por tantos años había fomentado en el fondo del pecho, con la paciencia con que se afila la hoja de un cuchillo, gritó con voz terrible, sacudiéndole con una mano por un brazo, poniéndole el puño cerrado de la otra junto al rostro mismo: ¿Qué quiero?... ¡Matarte es lo que quiero!... Romperte el alma... Tirarte al agua; que uno de los dos no vuelva al colegio...

Le había anunciado que Margaret sólo estaba enferma, para horas después enviarle un segundo telegrama con la terrible noticia de su muerte.... Y el telegrama estaba allí al alcance de su mano. Pero el telegrafista, un jovenzuelo de ojos maliciosos, le miraba sonriente, y se adivinaba en su sonrisa algo que tal vez tenía relación con el despacho.