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Abde-r-rahman no obstante, como acostumbraba á hacer oficios sacerdotales muchos viernes predicando al pueblo desde el mimbar, ó presidiendo los entierros y recitando las oraciones de ritual sobre los difuntos, merece bajo ambos conceptos el título de Imam que le uno de los historiadores citados por Al-Makkarí. Gayangos en la nota 36, pág. II, lib.

En el grueso de cada jamba del arco de entrada al santuario hay dos columnillas, una de mármol negro y otra de jaspe, con capiteles de mármol blanco prolijamente esculpidos. Si no le engañó á Al-Makkarí su ciego entusiasmo, estas cuatro columnillas fueron antiguamente dos de jaspe verde y dos de lapislázuli.

Quien desee formarse alguna idea del amor que Alhakem II profesaba á las ciencias, y de los muchos hombres célebres que florecieron bajo su reinado, puede ver el cap. 6 del lib. VI de la Hist. de Al-Makkarí. Tambien resulta del acta del martirio de esta santa que permanecia en pié la basílica de los santos Fausto, Januario y Marcial.

Siguiendo el ejemplo de Conde traducimos en romance octosílabo los versos de Abde-r-rahman, cuyo original puede verse en la nota 32 del Sr. Gayangos al cap. IV, lib. VI de Al-Makkarí.

Al-Makkarí: Hist. de las dinastías mahometanas, tomo 2, pág. 126.

Así han ido pereciendo una a una nuestras mas preciosas antiguallas; mas ¡qué mucho que en nuestro siglo eminentemente prosáico se hayan igualmente deshecho muchos inestimables objetos del arte de la edad media, si el siglo del renacimiento le dió el ejemplo! Segun el citado cronista era el mimbar una especie de carro con cuatro ruedas, y solo tenia siete gradas. Al-Makkarí, loc. cit.

La cámara Dar-as-sadaca no estaba en rigor destinada mas que á repartir la limosna entre los pobres. Su riquísima puerta, hoy tapiada, se dibuja todavía en ambos lados interior y esterior del muro de la mezquita, y segun Al-Makkarí era la principal del costado de Occidente.

Al-Makkarí trae, citando á otros historiadores árabes, diversas medidas; pero reconoce que hay entre ellos disparidades por no ser fija la dimension del codo adoptado por los mismos como unidad.

A pesar de esto, no es creible que fuese este sultan el que llevára á la mezquita mayor las aguas de la sierra para el atrio de las abluciones, porque al hablar Al-Makkarí de las mejoras hechas en el gran edificio por Al-hakem II muchos años despues, á entender su traductor que hasta el tiempo en que este Califa construyó los cuatro nuevos pilares para el alguado y las purificaciones surtiéndolos con agua de la sierra, no habia habido para estos usos mas fuente en el patio mencionado que la de un gran depósito que se llenaba con agua de una noria vecina, probablemente movida por un camello.

Véase la nota de la pág. 91, al final. Salviato en la Vida de S. Martin de Soure, y el árabe Al-Makkarí en su Historia tantas veces citada; ambos hacen memoria de una iglesia dedicada á la Vírgen María, que no nombran S. Eulogio, ni Alvaro, ni el abad Sanson. Son de esta opinion el P. Roa, el Dr. Gomez Bravo, y otros diligentes conservadores de las memorias sagradas de Córdoba.