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Luis se fijó en aquellos labios adorables, que se fruncían para ajustarse al cuello de la botella. Bebía con dificultad. Una gota se escapaba resbalando lentamente por la barbilla redonda y graciosa. Rodaba con pereza, enredándose en la imperceptible película de la epidermis.

Así fueron corriendo los días y las semanas y aun los meses; llegó a ajustarse la tertulia, aunque siempre de confianza, a otro ceremonial menos insípido, y casi bastó para ello la vuelta de Sagrario, que traía impresiones que relatar, hasta de entrevistas con el Gran Turco, mientras su marido, más gangoso que nunca, y alicorto y desvaído, como gallo desplumado, apenas daba señales de lo poco que antes fue, para sacar algunas veces de sus centros al solemne don Mauricio, que no se desconcertaba allí tan fácilmente como solía; jugaban ya las cotorronas al tresillo, y, con excepción de la música y del baile, se hacía allí a todo lo del año pasado entre los íntimos, siendo la enfermedad gravísima de la marquesa obstáculo que no estorbaba para nada, porque, de puro sabido, nadie reparaba en él.

A esta súplica del año 1275, que se conserva, sigue otra explicación escrita en nombre de Alfonso, que, según todas las probabilidades, proviene del trovador citado, y parece el plan á que había de ajustarse la resolución del rey, caso de acceder á lo propuesto por el suplicante.

Un libro destinado á despertar la inteligencia y el amor á la lectura en una poblacion casi primitiva, á servir de provechoso recreo, despues de las fatigosas tareas, á millares de personas que jamás han leido, debe ajustarse estrictamente á los usos y costumbres de esos mismos lectores, rendir sus ideas é interpretar sus sentimientos en su mismo lenguage, en sus frases mas usuales, en su forma mas general, aunque sea incorrecta; con sus imágenes de mayor relieve, y con sus giros mas característicos, á fin de que el libro se identifique con ellos de una manera tan estrecha é intima, que su lectura no sea sino una continuacion natural de su existencia.

La industria, la agricultura y el comercio han tenido que ajustarse en Suiza, como es inevitable, á las leyes de la topografía, superponiéndose ó concentrándose por zonas, según las facilidades que les ofrecen los climas, la composicion del suelo, lo elementos de navegacion y comunicaciones terrestres, etc.

El hombre á quien se lo preguntáron era justamente un patron español que les ofreció ajustarse en conciencia con ellos, y les dió cita en una hostería, adonde Candido y Cacambo le fuéron á esperar con sus carneros. Candido que llevaba siempre el corazon en las manos contó todas sus aventuras al Español, y le confesó que queria robar á la baronesita Cunegunda.

¡Oh!, ¡qué mundo, qué mundo aquel tan injusto y tan asqueroso! ¡Con cuánta razón se resistía a entrar en él Lilí, aquel ángel del Señor tan puro y tan bello!... Y a este recuerdo, con la rapidez con que se muda la decoración en una comedia de magia, sustituyó en su mente la imagen de la niña al Madrid injusto y asqueroso que provocaba sus iras, y quedaron frente a frente, embargando todo su entendimiento, la celestial figura de Lilí, derramando luz vivísima del cielo, y el montón de lodo repugnante y hediondo, la charca sucia y cenagosa que acababa de formar ella con tanta saña, haciendo examen general de toda su vida... Currita creyó ver una cloaca a la pura y rosada luz del alba, creyó ver el infierno a la luz del paraíso y se sintió confundida y se juzgó condenada; porque aquel montón de lodo era ella misma y aquel resplandor de Lilí era la luz de Dios, único criterio de moral, independiente de míseras condescendencias sociales, a que deben de ajustarse los actos humanos.

Su manera de exponer era tan ática y urbana, y sus pinceladas tan finas y tan delicadas, como no se habían conocido hasta entonces; pero su estilo se contaminó también con el exagerado atildamiento de aquellas frases, que dirigían á sus damas, en el Buen Retiro, los mismos caballeros que frecuentaban sus salones; los personajes, y hasta la ilación de las escenas de sus comedias, hubieron de ajustarse, no pocas veces, á la etiqueta de la corte, y, en vez de ofrecer un cuadro vasto y completo de la humanidad, en su variedad infinita, trazó, tan sólo, á menudo, la pintura de una parte muy reducida de la misma, esto es, de aquélla en que vivía, y para la cual escribía.

Su única guía es el gusto del público español, al cual no convienen las fábulas de Terencio y de Plauto, y á cuyo capricho han de ajustarse las comedias, originándose de aquí que ministren al público un alimento ponzoñoso y escriban farsas que carecen casi en absoluto de fondo, de moral y de buen estilo, para que el auditorio, por vía de pasatiempo, se solace tres ó cuatro horas sin sacar utilidad alguna de este divertimiento.

Después de orear un poquito más todavía el meollo por este procedimiento de exploraciones generales alrededor del abismo, que ya no le asustaba tanto como antes: Veamos ahora se dijo las cosas a su verdadera luz, y ajustemos la cuenta partida por partida y como deben ajustarse todas las cuentas en casos de mucho apuro, como este.