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Comprendí que tenía delante una pobre existencia necesitada de amparo. Nunca mi hastío de la vida llegó hasta el punto de hacerme indiferente a las desgracias ajenas. Metí la mano en mi bolsillo y saqué una moneda. Era una onza. Yo había pensado darla un napoleón. Sin embargo, alargué la mano hacia la niña y la entregué la onza. La chica la tomó, probó su peso y se puso gravemente seria.

De juventud del alma, o, lo que es lo mismo, de un vivo sueño de gracia, de candor, se compone el aroma divino que flota sobre las lentas jornadas del Maestro al través de los campos de Galilea; sobre sus prédicas, que se desenvuelven ajenas a toda penitente gravedad; junto a un lago celeste; en los valles abrumados de frutos; escuchadas por «las aves del cielo» y «los lirios de los campos» con que se adornan las parábolas; propagando la alegría del «reino de Dios» sobre una dulce sonrisa de la Naturaleza.

Vos lo sabéis todo, don Francisco dijo la joven con anhelo. Lo , señora, y lo tanto, como que aún estoy dudando de ello. No os pregunto cómo lo sabéis, no tengo tiempo para nada, ni cabeza; me estoy muriendo; sobre vienen... Las culpas ajenas os premian. ¿Qué decís? ¡Si le amáis! ¡Dios mío! pero... yo hubiera vencido esta afición... ¿Y á qué vencerla?

Recibiéronme para tenerme atado detrás de la puerta de día, y suelto de noche; servía con gran cuidado y diligencia; ladraba a los forasteros y gruñía a los que no eran muy conocidos; no dormía de noche, visitando los corrales, subiendo a los terrados, hecho universal centinela de la mía y de las cosas ajenas.

Tras esto dijo que iba a la corte, porque un mayorazgo raído como él, en un pueblo corto olía mal a dos días y no se podía sustentar; y que por eso se iba a la patria común, adonde caben todos y adonde hay mesas francas para estómagos aventureros; "y nunca cuando entro en ella me faltan cien reales en la bolsa, cama y de comer, porque la industria en la corte es piedra filosofal, que vuelve en oro cuanto toca". Yo vi el cielo abierto, y en són de entretenimiento para el camino le rogué que me contase cómo y con quienes viven en la corte los que no tenían, como él, porque me parecía dificultoso; que no sólo se contenta cada uno con sus cosas, sino que aun solicitan las ajenas.

Tales son, querido tío, las preocupaciones y ocupaciones de mi padre en este pueblo, y las cosas tan extrañas para y tan ajenas a mis propósitos y pensamientos de que me habla con frecuencia, y sobre las cuales quiere que mi voto.

La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No paraban aquí las filosofías de Juanito, y hacía una comparación que no carece de exactitud.

Detúvome al principio la vergüenza de leer cartas ajenas, lo cual es cosa fea; pero consideré que Santorcaz habría muerto, fundándome en la dispersión de su caballo abandonado, y además, como la curiosidad me picaba, me escocía, me quemaba de un modo muy vivo, decidíme a leer la carta abierta, porque el deseo de hacerlo era más fuerte que todas las consideraciones.

No he conocido a nadie de un valor más sereno ni de mayor indulgencia y generosidad para las debilidades ajenas. No pude llegar a comprender bien si en su fondo había un inmenso desprecio o un gran cariño por los hombres. Quizá sentía las dos cosas al mismo tiempo.

Teniendo Pepay alas propias, principió á volar fuera del círculo de las operaciones ajenas. Explotó zacatales, y unas veces teniendo aparceros y otras casamas, recorrió en pequeña escala todos los negocios.