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Y luego me sentí inflamado de un fuego dulce, para desconocido; de un fuego que parecía aislar dentro de mismo mi alma, purificarla, levantarla hasta el cielo; pareciome tenerla en contacto con Dios, bendecida por él; luego me sentí completamente abstraído, espiritualizado, fuera del contacto de todo lo terreno, y pareciome tocar con mi espíritu el espíritu de Dios, del Dios justo y bueno que premia a los que lloran; y creí en Dios y le confesé con la inmensidad de mi pensamiento.

No podrá aislar enteramente á la nación cuya historia investiga, ni romper los lazos que unen al período que examina con los anteriores, sin privarse al mismo tiempo de un medio interesantísimo para el logro de su propósito. La vista ejercitada descubre en todo relaciones.

Verdad es que todavía se observa el deseo de aislar en muchas piezas lo cómico de lo trágico, y por cierto con desusado rigor; pero hasta en aquéllas que, como la Numancia, de Cervantes, propenden más á moverse en la esfera puramente trágica y conservar su colorido, se notan también caracteres especiales, que corresponden más bien á la comedia.

Nos hallamos nuevamente en Saint-Point, lugar que, a decir verdad, prefiero a todos, a pesar de los destrozos del castillo; quiero encerrarme en un retiro moral aún más profundo. Conviene alguna vez aislar nuestro corazón en la soledad y en el silencio. Domingo, 24 de septiembre.

Bajo la influencia de este pensamiento, don Pedro se encerró en su camarín más reservado, tomó unas tijeras y en un libro, y provisto de una escudilla de plata con engrudo, se puso á cortar, á aislar, á descomponer una por una las letras de imprenta, y luego pegándolas con el engrudo sobre un papel, compuso la siguiente carta: «Juana de mi alma, corazón mío: Yo soy el dichoso y el desdichado que te encontró en una galería de El Escorial una noche de que es imposible que te olvides.

Este se levantó enseñando los dientes, y lanzando un rugido se echó sobre domador; el viejo ayudante metió, por entre los barrotes de la jaula, una palanca de hierro para aislar el hombre de la fiera, pero con tan poca fortuna, que la palanca se enganchó en las ropas del domador y en vez de protegerle le inmovilizó y le dejó entregado a la fiera.

Usted es, señor cura, la benevolencia en persona. En cuanto a mi, si fuera gobierno, soltaría a los locos y en su lugar encerraría a los filósofos, teniendo cuidado de no aislar los unos de los otros, para que así pudieran devorarse mejor. ¿Quién es Heráclito? preguntó mi tía. Un imbécil, señora, que pasaba su tiempo en lloriquear. ¿Puede darse ¡Dios mío! una cosa más ridícula?

«Dividieron escribe D. José Sánchez Arjona en dos cuadrillas, los albañiles, peones y demás gente que acudió á prestar auxilio; la primera dedicada á salvar las personas que había aún dentro del corral y la segunda á derribar las casas que confinaban con el coliseo, logrando aislar y dominar el incendio que duró hasta las tres de la mañana del día 26, no quedando en pié más que las cuatro paredes y el cuarto de la puerta de la calle