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No pasarán muchos años sin que los mismos coros celestiales desciendan con sus inefables armonías sobre el mutilado cadáver de un gran santo, que hallará en las melancólicas ondas del profanado Bétis la piedad que no alcanzó de los hombres; mas por ahora son esos acentos puramente humanos, y los produce el célebre cantor de Iraca que ahuyenta la melancolía de la noche con sus dos esclavas favoritas Gazzalán é Hindah, á quienes concede el privilegio de alternar con él en el ejercicio de su instrumento predilecto por la gracia y destreza con que sus lindos dedos recorren las cinco sonoras cuerdas combinando sus diversos tonos . Dícese que los jines le enseñan en las horas del misterio y del silencio ese arte encantador con que tiene embelesada á la corte, y que suele pasar la noche entera con esas dos hermosas esclavas ejecutando las inspiraciones que de ellos recibe, refiriendo cuentos y escribiendo versos hasta dibujarse en el oriente la primera hebra de plata y rosa de la aurora.

Pero conociendo que la crueldad le ahuyenta los vasallos, y que la misma razon de Estado que manda castigar la rebeldía le aconseja no trasformar en héroes á los rebeldes, imagina que es preferible poner á los confesores la mordaza de la obediencia, robusteciendo el decreto del desautorizado Recafredo con un solemne canon conciliar, al cual no puedan oponer los cristianos objecion alguna.

Así Minerva ahuyenta a las Furias y devuelve a Orestes la paz del alma, y así Prometeo es libertado y salvado por el hijo mismo del dios que tan horriblemente le castigaba. Hace ya tiempo que escribí un artículo dando cuenta al público español de las novelitas llamadas Academias, que ha escrito el literato uruguayo D. Carlos Reyles.

Esta vida es demasiado dulce y ahuyenta los dolores físicos y morales. ¡Dios mío! os doy las gracias, pero yo no soy merecedora de tanta felicidad. ¡Que las inquietudes de mi espíritu no me impidan reconocer los inmensos beneficios que de Vos recibo!

26 El que roba a su padre y ahuyenta a su madre, es hijo avergonzador y deshonrador. 28 El testigo perverso se burlará del juicio; y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad. 29 Aparejados están juicios para los burladores, y azotes para los cuerpos de los locos. 6 Muchos hombres publican cada uno su misericordia; mas varón de verdad, ¿quién lo hallará?

«Para curar el pasmo que proviene de hambre se saca hojas del arbusto Laguindi y se cuece como la esplicacion de la yerba Tantae bajo la misma aplicación para la cura de esta enfermedad. Las hojas de este mismo arbusto ahuyenta los chinches dejándolas secar sobre sillas ó catres atestados de este bicho.

Pero Cristeta no era groseramente materialista: ¡no! lo que traía lágrimas a sus ojos era la pérdida de las ilusiones, aves misteriosas que anidan en el corazón, donde jamás tornan, si el desengaño las ahuyenta... Tin, tin... Las seis. Ya pasaba gente por la calle.

Entonces, hasta los pajarillos huirán espantados ante la figura de seres extraños... ¡Dios mío!... ahuyenta de semejantes ideas... Ruego a mis hermanos y sobrinos que me perdonen si he insertado los versos anteriores en el presente diario. Yo entiendo que unos y otros no están en disonancia, puesto que son dos frutos de la misma savia. Continuemos el manuscrito de mi madre.

-No entiendo eso -replico Sancho-; sólo entiendo que, en tanto que duermo, ni tengo temor, ni esperanza, ni trabajo ni gloria; y bien haya el que inventó el sueño, capa que cubre todos los humanos pensamientos, manjar que quita la hambre, agua que ahuyenta la sed, fuego que calienta el frío, frío que templa el ardor, y, finalmente, moneda general con que todas las cosas se compran, balanza y peso que iguala al pastor con el rey y al simple con el discreto.

Cierra al dolor tu corazón, poeta; para las dichas guárdalo; ahuyenta los fantasmas de las penas que hoy sólo la alegría ha de ocuparlo. Deja la puerta de tu estancia abierta al paso del amor y obra el milagro de tu resurrección inesperada con la consolación de lo esperado.