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Todos los tipos del vigor humano habían surgido de la raza mediterránea, fina, aguzada y seca como el sílex, haciendo el bien y haciendo el mal siempre en grande, con la exageración de un carácter ardiente que desconoce la medida y salta de la doblez á los mayores extremos de generosidad. Ulises era el padre de todos, el héroe cuerdo y prudente, y al mismo tiempo malicioso y complicado.

¡Ah!, el placer de los viajes por los mismos, sin preocupación alguna, buscando contentar la curiosidad intelectual siempre aguzada, jamás satisfecha No hay nada en el mundo que pueda compararse a la satisfacción de la necesidad de ver y conocer: la impresión es de una nitidez, de una sinceridad, de una fuerza tal, que la descripción que la encarna involuntariamente transmite al lector aquella sensación, y al leer esas páginas parece verdaderamente que se recorren las comarcas en ellas descriptas.

Los informes recogidos en todas partes sobre él, demostraban que éste era su carácter. Poseía esa manera tranquila y fría del hombre que ha vivido a fuerza de aguzar su ingenio, y en este asunto parecía que su ingeniosidad, aguzada aún más por su vida aventurera, iba a tener que enfrentarse y luchar con la mía.

Era una antigua lima de acero aguzada y bruñida. Podía atravesarse con ella una moneda, ¡y en manos de su abuelo!... Su abuelo era un hombre famoso. El nieto no le había conocido, pero hablaba de él con admiración, colocando su memoria por encima del mediano respeto que le inspiraba el buenazo de su padre.

Y diré, para terminar, que si el lector visita la galería de retratos de Burlesdón, verá entre los cincuenta pertenecientes a los últimos cien años, cinco o seis, el del quinto Conde inclusive, que se distinguen por la nariz larga, recta y aguzada y el abundante cabello de color rojo obscuro.

Necesitaría tener la mirada aguzada por larga obscuridad para columbrar los reflejos extraviados en las tinieblas. ¡Siniestra oquedad! Ignoro de cuántos asesinatos has sido cómplice, pero me estremezco de miedo al verte y como en demanda de fuerzas; miro hacia el cielo azul, al cual sirven de marco las cuatro murallas de la torre.

Aquella ocurrencia me pareció bastante rara, aun para soñada; ¡el sacrificio de mi bien cuidada barba y aguzada perilla transformarme en un monarca! Hallábame a punto de besar otra vez a mi princesa, cuando me convencí, muy a mi pesar, de que estaba despierto. Abrí los ojos y vi a dos hombres que me contemplaban con gran curiosidad. Ambos vestían trajes de caza y llevaban sus escopetas.

Tenía enfermo el corazón, el órgano rebelde á todo reparo. Por más que intentó animar al enfermo con palabras alegres, el viejo, con su astucia aguzada por el miedo, adivinó la ineficacia del remedio, entre aquellos planes de curación que Aresti le proponía por decir algo. ¡Lo mismo que los otros! gimió. ¡Ay Virgen de Begoña!... ¡Virgen de Begoñaaa!

Quien debe apartarse es usted replica el comerciante. ¡Al arroyo, al arroyo! Phs, phs, haga usted el favor de dejar franco el paso responde el señor Miranda. Ninguno de los dos se movía de su sitio. Habíanse desembozado y mostraban ya la punta aguzada de sus floretes. Tenga usted la bondad... Haga usted el obsequio...

Venturita, después de unos días en que no cambió con su marido palabra alguna y aparecía pálida y ceñuda, herida, sin duda, por la violencia que éste había desplegado en la escena que hemos descrito, volvió a ser lo que antes, alegre y decidora unas veces, colérica y caprichosa otras, siempre de palabra aguzada y sarcástica.