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Cuando lanzó el Taal la furia de sus fraguas brotaron de sus cráteres tus impetuosas aguas, y sobre sus burbujas tenues borlas de enaguas se arrastraron las casas cual débiles piraguas. Tus hermosas cascadas, al caer espumantes, engarzan en el aire millones de diamantes, y en las noches parecen sus rugidos vibrantes monótonos quejidos de fantasmas errantes. ¡Madre, madre laguna!

A la muerte de la madre de Martín, Tellagorri, con gran asombro del pueblo, recogió a sus sobrinos y se los llevó a su casa. La señora de Ohando dijo que era una lástima que aquellos niños fuesen a vivir con un hombre desalmado, sin religión y sin costumbres, capaz de decir que saludaba con más respeto a un perro de aguas que al señor párroco.

Y el Océano que dócil a él va y viene sin cesar desde el principio del mundo, se encendió en pura llama, tembló su vasto seno inflamado, y arrojó sus aguas a las peñas de Santa María como enormes capas de mercurio que al retirarse se sobreponían a otras y se fundían con ellas. Reinaba silencio sublime, un recogimiento de suavidad inefable en aquella escena tan vieja y tan nueva a la vez.

La columna del centígrado fluctúa entre los 14 á los 33°, siendo la ordinaria situación la de 22 á 28. La frecuente caída de aguas tienen en curso una porción de riachuelos que salpican la isla, sobre todo en su parte Sur, que es la más baja.

En el sitio así llamado solo había hasta 1827 pequeños pozos; hoy se admira en el centro de una explanada exenta de toda vegetación y en la que fatídicamente resuenan los pasos del viajero, un pequeño lago de aguas tan purísimas y trasparentes, que permiten examinar su fondo y paredes, tapizadas de las más vistosas y caprichosas formaciones silíceas que puede forjar la imaginación.

»A las voces y a las razones del loco estuvieron los circustantes atentos, pero nuestro licenciado, volviéndose a nuestro capellán y asiéndole de las manos, le dijo: ''No tenga vuestra merced pena, señor mío, ni haga caso de lo que este loco ha dicho, que si él es Júpiter y no quisiere llover, yo, que soy Neptuno, el padre y el dios de las aguas, lloveré todas las veces que se me antojare y fuere menester''. A lo que respondió el capellán: ''Con todo eso, señor Neptuno, no será bien enojar al señor Júpiter: vuestra merced se quede en su casa, que otro día, cuando haya más comodidad y más espacio, volveremos por vuestra merced''. Rióse el retor y los presentes, por cuya risa se medio corrió el capellán; desnudaron al licenciado, quedóse en casa y acabóse el cuento

Diez o doce pies más arriba arman una segunda plataforma con los mismos materiales y por iguales procedimientos y sobre ella de igual manera, levantan la habitación, que va cubierta por un techo de dos aguas formado de hojas curiosamente dispuestas para resguardar de la lluvia todo el edificio.

Una infernal complacencia le conduce á una alta galería de su alcázar, desde donde espera cebar la ansiosa mirada en un espectáculo horrible, pero adecuado á su sed de venganza. ¡Ah, que el infeliz no cuenta con que en favor de los desvalidos mártires está ya armado el cielo!... Penden de sendos árboles allá abajo, reflejándose siniestramente en las claras aguas del gran rio , dos objetos denegridos que se destacan sobre el verde pardusco de las alamedas: la brisa que mueve las hojas mueve tambien en ellos una especie de copo de leve crespon que á veces se desvanece como una bocanada de negro humo.

Insensibles á los encantos de la naturaleza, se arrastran tristemente por aquellas soledades, que solo aguardan la mano del hombre inteligente para convertirse en una mansion deliciosa. Cuando esto suceda, se preguntará, ¿Quien fué el audaz argonauta que surcó primero las aguas del Bermejo? ¿Qué fruto recogió de sus trabajos? y ¿dónde está el monumento que se levantó á su memoria...?

El señor Juan servía á las casas más importantes, por la confianza que inspiraba su pericia. Jamás había averiado los géneros con un mal tropiezo en los innumerables bajos de la ría ó en la vuelta de la Salve; conocía las aguas palmo á palmo, y siempre que había que hacer el salvamento de alguna gabarra perdida, le llamaban á él.