United States or Guam ? Vote for the TOP Country of the Week !


D. TELL. Celio, Mira quién está llamando. ¿No hay pajes en esta sala? CELIO. ¡Vive Dios, señor, que es Sancho! Este mismo labrador De quien estamos hablando. D. TELL. ¿Hay mayor atrevimiento? CELIO. Así vivas muchos años, Que veas lo que te quiere. D. TELL. Di que entre, que aquí le aguardo. SANCHO. Dame, gran señor, los pies. D. TELL. ¿Adónde, Sancho, has estado, Que ha días que no te he visto?

Nunca me ha escrito, dixo Candido, porque se ha de figurar vm. que quando me echáron de la granja por amor de ella, no le pude escribir; que poco después supe que era muerta, que despues me la encontré, y la volví á perder, y que le he despachado un mensagero á dos mil y quinientas leguas de aquí, que aguardo con su respuesta.

Ese día Charito la acogió con un aire de mal humor que nunca tenía, como de persona agraviada por motivos demasiado penosos para decirlos. Pero inútilmente aguardó de Adriana una pregunta que le diera pie para replicar con frases ya meditadas.

Pierrepont, desconcertado al pronto, aguardó algunos instantes, pero al fin se decidió a seguirla; la habitación estaba casi a obscuras, cerradas las persianas para preservarse sin duda contra el fuerte calor; el marqués pudo, sin embargo, advertir que Beatriz no estaba allí; se presentó un momento después llevando un estuche en la mano.

Buscó la anciana entre aquella gente caras conocidas; y mira por aquí y por allá, creyó reconocer a un gitano que en cierta ocasión había visto en el Hospital, yendo a recoger a una amiga suya. No quiso acercarse al grupo en que el tal con otros disputaba sobre un burro, cuyas mataduras eran objeto de vivas discusiones, y aguardó ocasión favorable.

Aguardó, pues, hasta el día siguiente, cuando su madre volviese ya de casa de don Andrés después de concluido su trabajo, a la hora en que había citado a don Paco, para que él también hablase a su madre y los tres se pusiesen de acuerdo. Entre tanto, Juanita creyó prudente y decoroso no ver a don Paco, y violentándose, le impuso la condición de que no la buscase ni tratase de verla.

Allí se detuvo Cristeta, y volviéndose, aguardó al galán; éste avanzó rápidamente, al llegar junto a ella se desembozó, y mirándola con ternura, sin desplegar los labios, le tendió las manos. Ella no sacó las suyas del manguito, y bajando los párpados quedó silenciosa, impasible e inmóvil, como deidad que se dignase escuchar a un mortal.

Estaba lavando vasos y esto siguió haciendo sin levantar la cabeza ni dignarse responder una palabra. Velázquez aguardó en vano alguna señal de aquiescencia: como no llegaba, trató de provocarla hablando con animación de su proyecto, pintando un cuadro lisonjero de su dicha futura. Pero la tabernera permaneció impasible y grave, como si nada de lo que estaba escuchando fuese con ella.

El Padre Santo aguardó la Embajada y la vio venir desde el balcón principal de la Mole Adriana o Castillo de Santángelo, donde se parecía cercado de cardenales, príncipes y altos dignatarios.

No fué vano mi temor. ¡Don Diego!... ¿Qué sangre es ésta? 380 Matóme doña María, La hija de don Bernardo. ¡Alcaide! ¡Gente! ¿Qué aguardo? Yo muero Con razón, aunque á traición. Muy justa venganza ha sido, Por fiarme de mujer. 390 Mas no la dejéis prender. Yo pienso que habrá salido. Pero ¿por qué no queréis Que la prendan?