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Las señoras, que aguardaban en la antesala, decían en voz de falsete a las que entraban: «Se está despidiendo, se está despidiendo de su padre... Don Mariano no quiere ir a la ceremoniaDespués apareció otra vez María, risueña y serena como antes, diciéndoles: Vamos, señores; en marcha.

Gallardo mostró desde el primer instante la nerviosa actividad que le poseía. Veíasele lejos de la barrera, saliendo al encuentro del toro, entreteniéndole con sus lances de capa mientras los picadores aguardaban el momento en que acometiese éste a sus míseros caballos. Notábase en el público cierta predisposición contra el torero.

Anduvo cuesta abajo, por entre los grupos de tamariscos, que movían en la obscuridad sus masas ondeantes, con una mano metida en la faja y acariciando la culata del revólver. ¡Nadie! Al llegar al porche de Can Mallorquí lo encontró lleno de atlots que aguardaban de pie o sentados en los poyos a que la familia acabase su cena en la cocina.

En el abrevadero cercano al fielato, varias carretas cargadas de troncos aguardaban la llegada del día para entrar en la población. Los boyeros, envueltos en sus mantas, dormían bajo aquéllas, y los bueyes, desuncidos, con el vientre en el suelo y las patas encogidas, rumiaban ante los serones de pasto seco. Comenzó a despertar la vida en los Cuatro Caminos.

Si sus barcos se perdían, estaban asegurados; si las huelgas cerraban momentáneamente sus fábricas, no por esto sufriría su capital grandes mermas: si se agotaban las minas de Bilbao, él tenía otras y otras en distintos puntos de España, que aguardaban la explotación.

En el silencio de la noche, Gabriel veía iluminarse su mazmorra; hombres con uniforme le empujaban por la escalera hasta una habitación donde le aguardaban otros con enormes garrotes. Un joven de voz melosa, con insignias de teniente y el aire perezoso de los criollos, le hacía preguntas sobre los atentados ocurridos meses antes abajo en la ciudad. Gabriel nada sabía, nada había visto.

Amalia le mortificaba infinitamente reteniéndole cuando los tresillistas le aguardaban. Entonces no respondía acorde a sus preguntas, sonreía por máquina y dirigía frecuentes y codiciosas miradas a la mesa donde sus compañeros gozaban ya las dulzuras de alguna vuelta con palo de favor. Moro, siéntese usted aquí; vamos a charlar un rato. Moro temblaba: se le venía el mundo encima.

Los contrabandistas, con la cabeza erguida y el sable en la mano, se regodeaban pensando en la matanza próxima y aguardaban la orden de su jefe con impaciencia. Ahora nos toca a nosotros dijo por último Marcos . ¡Los cañones son nuestros!

Al fin, el cura abrió la sala, y con la máscara de tristeza que necesitan ponerse todos los que presencian diariamente escenas de muerte, bajo la cual se oculta una indiferencia que es lógica consecuencia de tal costumbre, dijo a los que aguardaban: Pasen ustedes; ya hemos concluido. ¿Qué tal? preguntaron.

Un senador valía poco entre aquella gente acostumbrada á la disciplina. ¡Salud, hijo mío!... Mucha suerte... Acuérdate de quién eres. Y el padre lloró al oprimirle entre sus brazos. Lamentaba en silencio la brevedad de la entrevista; pensó en los peligros que aguardaban á su único hijo al separarse de él. Cuando René hubo desaparecido, los capitanes iniciaron la marcha del grupo.