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Siguieron el ejemplo de Agatocles en Africa, y le dieron á Hernando Cortés en el nuevo mundo, entreambos celebrados en la memoria de los hombres por los mas ilustres que el valor humano pudo emprender. Agatocles Rey de Sicilia pasó con una armada á la Africa contra los Cartagineses.

Pero Agatocles se hartó de sufrirlos, embarcó 5.000 soldados en unas cuantas naves, cruzó el mar con ellos burlando la vigilancia de la poderosa escuadra enemiga, y desembarcó en el territorio de la gran República: para verse obligado á vencer ó á morir, destruyó los barcos en que había venido, como hicieron más tarde el renegado cordobés Abu Hafaz en Creta, los catalanes en Galípoli y Hernán Cortés en México; entró á saco en muchas ciudades púnicas, y aun estuvo á punto de apoderarse de la capital. ¿Por qué no habíamos de haber nosotros declarado la guerra á los yankees, pasado en un periquete con más de 100.000 combatientes desde Cuba á la tierra de ellos y quizás llegado hasta el Capitolio de Washington, arrojando de allí á culatazos á los senadores y yendo luego, por la avenida de Pensylvania, hasta donde está el Palacio del Tesoro todo lleno de dinero y apuntalado para que no se hunda, aliviarle de aquel peso, y plantarnos por último en la Casa Blanca, que está á tres pasos de allí, y hacer á Cleveland cautivo?

Si no fuera por eso no vacilaría en afirmar que para que hubiésemos tenido paz en la Nochebuena, que se acerca á grandes pasos, hubiéramos debido, en vez de imitar las locuras del Sr. Agatocles, hacer lo que yo me .

También digo yo exclamó D. Valentín lo mismo que decía usted hace poco cuando me oyó hablar de la imitación de Agatocles: todo eso me parecería muy bien si para dejarme frío no acudiese á mi mente esta frase proverbial: que no puedes, llévame á cuestas. ¿Cómo quiere usted que paguen nada los cubanos libres?

Crea usted, que lo que hubiera convenido y lo que todo esto hubiera merecido, es que nosotros hubiéramos imitado á Agatocles. ¿Y quién fué ese caballero? preguntó don Prudencio. Pues Agatocles contestó D. Valentín fué un célebre tirano de Siracusa, con quien se condujeron los cartagineses sobre poco más ó menos, como los yankees con nosotros.

Paulo Orosio escritor antiguo y Christiano, cuenta de Agatocles, que degolló con dos mil hombres treinta mil Cartagineses con su General Annon, y él perdió solos dos hombres. Previenese Miguel Paleólogo para venir sobre Galípoli, los nuestros á pelear con el tres jornadas lejos, y entre los lugares de Apros, y Cipsela se da la batalla, sale de ella Miguel vencido, y herido.

No sólo las leyendas, sino también los hechos históricos, que tienen la hermosura de las leyendas, están repetidas varias veces. No es Hernán Cortés el único, por ejemplo, que echa a pique las naves. Lo mismo habían hecho antes Agatocles en Africa, los muladíes cordobeses en Creta, y los aragoneses y catalanes en Galípoli.

Esperemos que Dios, con su infinita bondad y misericordia, suscite pronto en Cuba un caudillo, sea quien sea, que logre estar no menos acertado como general en jefe, que Cirujeda como comandante, y todo terminará pronto y bien, sin imitar á Agatocles, y sin imitar tampoco al cura de Gavia.