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Sus brutalidades con las señoras vienen de que no tiene conciencia de las delicadas atenciones que la debilidad merece; las humillaciones afrentosas impuestas a los ciudadanos provienen de que es campesino grosero, y gusta por ello de maltratar y herir en el amor propio y el decoro a aquéllos que sabe que lo desprecian.

Velázquez, luego que sació su cólera y orgullo con las afrentosas palabras que se ha dicho, siguió departiendo y jaraneando con sus amigos, como si nada hubiera pasado. Sin embargo, no tardó en sentir una vaga inquietud, algo que podía ser remordimiento y podía ser también temor de las fatales consecuencias que la desesperación de su amante pudiera acarrear. Una mujer despechada es capaz de todo.

Llegaron las demas tropas para socorrer al Duque, y cayeron en el mismo peligro. El Duque como mas conocido, fué de los primeros que murieron á manos de los que poco antes habia menospreciado, y maltratado con palabras afrentosas. Esto suele ser el fin de los arrogantes y desvanecidos, que de ordinario vienen á perecer donde creyeron que habian de triunfar.

Imaginaos dijo un hombre llegado al último extremo del crimen; cargadle a vuestro pensamiento con todas las acciones afrentosas que fuera posible imaginar; vedle dormir tranquilo en medio de su vergüenza, como si se viera al abrigo de la muerte, como si no tuviera ya remordimientos ni tuviera conciencia... Mas un día, lo mismo que en el sueño de Nabucodonosor una piedra desprendida de la montaña hizo pedazos al coloso con pies de barro, así también un átomo arrancado a la misericordia de Dios por los ruegos de algún justo derribará sin causa alguna aparente ese coloso del mal y formará en sus entrañas desesperadas una lágrima, que subirá hasta el corazón y pasará por los caminos que Dios ha hecho para llegar a sus ojos marchitos, y brotará por ellos, y rodará al fin por sus mejillas... ¡Esa lágrima le ha revelado la verdad y conquistado el perdón y devuelto la paz!...

«Iten que por maltratar á algunas personas con quien tiene enemistad, se acompaña con los alguaciles, que rondan, tomando la administración de la justicia por color para sus intereses, como lo hizo con doña Gerónima de Ledesma, que tiene casa de posada en la calle de Bayona, y rondando con Lorenzo López, alguacil de la Justicia, fué á su casa y la deshonró de muy feas y afrentosas palabras, dándole muchos golpes y empellones, y lo mismo hizo en otra ocasión con doña Francisca de Villalobos, llamándola de... haciéndola presa en la cárcel, en que hay mucha nota