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Luego que se pinta en la fantasía la imagen del objeto, y el entendimiento le percibe claramente, se excitan en el ánimo los afectos de fuga, ó prosecucion; es decir, se ve incitado á abrazarle, ó rechazarle.

Precisamente añadió Pierrepont , tienes una hija... yo también puedo tener otra, tal vez un hijo, y ésos son afectos, distracciones que hacen olvidar a un hombre el eterno femenino: digo más: pueden revestir de cierto prestigio la edad madura de la vida... Es hermoso ver a un padre todavía joven llevando a sus hijos de la mano a paseo... ¡Bueno! qué quieres, vas a admirar mi candor... pero... pero siento como un vago deseo de amar siquiera una vez en la vida a una mujer honrada.

¿Pues qué duda tiene? respondía la otra maquinalmente, dejando a su idea revolotear por el techo. Yo pienso mucho en esto, y me entregaría desde luego a la vida interior, si no fuera porque está uno atado a un carro de afectos, del cual hay que tirar. ¡Ay, Dios mío, la que me espera mañana! pensó la esposa.

El teatro estaba ocupado por las personas que habían sido convidadas. S. M. fué recibido con entusiasmo y se mostró contento de los afectos que le manifestó aquel concurso numeroso y lucido. S. M. tuvo la bondad de hacer que el corregidor estuviese á su lado durante la representación; parece ha querido con esta demostración corresponder á la ciudad por los buenos sentimientos que le manifestaba

La razon es, porque el estilo especial que cada Escritor tiene, nace en parte de los afectos, inclinaciones, ingenio, imaginacion, y estudio; y aunque estas cosas suelen mudarse en diversas edades, y tiempos; pero no suele ser general la mutacion.

Los mismos defectos se observan en las piezas verdaderas de espectáculo, Auristela y Lisidante, y Los tres afectos de amor.

No pudiendo resistir su debilitado organismo a la violencia de los afectos que conmueven su espíritu, Prisca cae enferma de enfermedad mortal, y exhala el último suspiro cuando, terminada ya la custodia nueva, pasa en solemne y triunfante procesión por la puerta de su casa.

En todas las obras de Juan de la Cueva se observa el sello de un talento poético verdadero. De la decidida vocación de este hombre extraordinario á la poesía, dan pruebas suficientes la riqueza de sus invenciones, el brillo de su exposición, la entusiasta animación de sus descripciones, y el fuego y la energía de su lenguaje en la pintura de los afectos.

En cuanto al menor, tenía el señor Esteban la convicción de haber engendrado un Padre de la Iglesia, al que le estaba reservado un sitio en el cielo a la derecha de Dios omnipotente. Gabriel había adquirido en el Seminario esa dureza eclesiástica que hace del sacerdote un guerrero, más atento a los intereses de la Iglesia que a los afectos de la familia.

Ni en muchas de sus obras se observa, como en las de Lope, á la humanidad en todos sus representantes y clases diversas, sino, por el contrario, una especie particular de hombres, de pensamientos y afectos análogos, ya sean príncipes, nobles ó caballeros, imbuídos todos en las máximas de la nobleza española de su época; y hasta cuando la acción es fuera de España, los personajes, en un círculo idéntico, concuerdan en un todo con aquéllos.