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Tal vez sea el punto real en que la vida obscuramente despierte del sueño de piedra, sin desprenderse aún de su rudo punto de partida, como para advertirnos, á nosotros tan soberbios y que miramos desde tan alto, la fraternidad ternaria, el derecho que el obscuro mineral tiene á subir y animarse, y la aspiración profunda que existe en el seno de la Naturaleza.

El juicio, la reflexion, los deseos, las pasiones no son otra cosa que la sensacion misma que se transforma de diferentes maneras; por esta razon nos pareció inútil el suponer que el alma recibe inmediatamente de la naturaleza todas las facultades de que está dotada: la naturaleza nos da órganos para advertirnos por el placer, lo que debemos buscar, y por el dolor, lo que debemos huir; pero se detiene allí, y deja á la experiencia el cuidado de hacernos contraer hábitos y de acabar la obra que ella comenzó.

Ya lo hemos podido notar en los pasajes anteriores; pero todavía se ve mas claro en los siguientes. «Nos falta el término para expresar con exactitud el sentimiento que tiene de misma la estatua modificada por muchos colores á un tiempo; pero al fin ella conoce que existe de muchas maneras, se percibe en cierto modo como un punto colorado mas allá del cual hay otros en que ella se vuelve á encontrar; y bajo este aspecto se puede decir que se siente extensaAntes nos habia dicho que el color no le pareceria extenso á la estatua, hasta que instruida la vista por el tacto, su formasen los ojos la costumbre de referir la sensacion simple y única, á todos los puntos de la superficie; á renglon seguido afirma lo contrario como acabamos de ver; ya la estatua se siente extensa: y el ideólogo no encuentra otro medio para evitar la contradiccion, sino el de advertirnos que el sentimiento de la extension seria vago, pues que careceria de límites.

La naturaleza nos da órganos para advertirnos, por medio del placer, lo que debemos buscar, y por el dolor, lo que debemos huir; pero se detiene aquí, y deja á la experiencia el cuidado de hacernos contraer hábitos, y acabar la obra que ella ha comenzado.

Las estrellas fijas están separadas de nosotros por una distancia tal que apenas cabe en nuestra imaginacion, y sin embargo las vemos; no llegan á tanto ciertamente ni el olfato ni el oido; pero el primero no deja de advertirnos de la existencia de un jardin que está á muchos pasos de nosotros; y el segundo nos da noticia de una batalla que se ha trabado á muchas leguas de nuestra vivienda, de la chispa eléctrica que ha rasgado la nube en el confin del horizonte, ó de la tempestad que brama en la inmensidad de los mares.