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Miguel, a quien todo aquello cogía de nuevas, y que adoraba a su hermana, no podía sufrirlo con calma: cada vez que le tocaba ser testigo de una de estas escenas, padecía horriblemente y le costaba esfuerzos desesperados el reprimir sus ímpetus y no hacer a la brigadiera alguna áspera advertencia.

Zakunine no lo había explicado, ni él había pensado en preguntárselo. ¿Había fallecido de muerte natural, o violentamente? ¿Se había matado, o como Alejo Petrovich, y antes que él, había vuelto a Rusia con el objeto de hacerse condenar allí? ¿Había aludido a ella el Príncipe al decir que quería seguir un ejemplo que para él era una advertencia?

Sólo te pido que te abstengas de explicar a Leocadia, como vosotros soléis hacerlo, ideas y conceptos de que no se debe hablar a las muchachas. Aquí no hacía falta santidad alguna: ¿qué mayor perfección que la tranquilidad y la paz? ¿Luego confiesas?... No confieso nada: hago una advertencia. A ciertos actos de devoción, tontos pero inofensivos, no he de oponerme.

Con este intento, sin orden, según las ideas y los recuerdos acudían a mi mente, me puse a escribirlos con precipitación en el libro que te remito adjunto. Escritos están ya, léelos y queda así apercibido para que no te sorprenda lo más extraordinario ni lo más raro. Lleno el Vizconde de curiosa ansiedad, después de leer esta advertencia, abrió el libro, le leyó y vio que decía de esta suerte:

Un ser maltratado por la naturaleza, horrible, una especie de cosa sin forma y sin nombre, no había parado hasta sacarme de un lance apurado, y yo, hombre lleno de altivez, dotado de cierta razón por la naturaleza, y llegado por ella al sentimiento de la responsabilidad moral, había dejado mil veces, sin hacerles advertencia alguna, meterse á otros hombres, hasta á los que llamaba amigos, en pasos bastante más terribles que el desfiladero de una montaña.

La sed de ver se nutría del temor de ver, englobándose uno en otro, miedo y apetito, para que el alma no supiera distinguir del suplicio el goce. Entonces oyéronse las notas medias del piano acordadas dulcemente, indicando un motivo lento y sencillo de escaso interés musical, pero que semejaba una advertencia, el érase una vez del cuento maravilloso.

Como dieran las tres de la mañana, Laura indicó a su hermana que durmiese, con esta última advertencia: Vázquez te hará su declaración uno de estos días... Lo único que te pido es que no lo aceptes inmediatamente.

Materne, desde lo alto de la roca, estuvo escuchando un momento; después, alegremente, dijo: ¡Se han marchado!... Pues bien...; vamos a ver. , Frantz, quédate aquí... por si volviera alguno... A pesar de la advertencia, los tres bajaron adonde se hallaba el caballo. Materne cogió acto continuo la brida, diciendo: ¡Bien, amigo mío!; ahora te enseñaremos a hablar francés. ¡Vámonos! dijo Kasper.

Desde esta laguna hasta pasar á la otra parte del monte, hay de travesía, por una parte, setenta leguas, en parte mas, y en parte menos: con la advertencia de que en medio de este monte habitan otros indios llamados Mayuluches, y serán como cuatro ó cinco mil por todos; los cuales salen á correr las campañas por la parte del poniente; y es gente muy belicosa, doméstica y amigos de los españoles.

Y como si aquello fuese castigo providencial ó por lo menos advertencia saludable, después de grave y prolongada meditación, en que me eché en cara sin piedad mi conducta infame y ridícula, canté sin rebozo el yo pecador y resolví obedecer á mi esposa inmediatamente.