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Lo cual es absurdo aun supuesto... Bien, pero suponiendo ese absurdo... yo le doy una sangría suelta. Y hasta nombraba el albéitar a quien había de llamar y tapar los ojos, con todo lo demás del argumento. Tampoco le parecía mal lo de prender fuego a la casa y vengar secretamente el supuesto adulterio de su mujer.

11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio; también ha dicho: No matarás. Y, si no hubieres cometido adulterio, pero hubieres matado, ya eres hecho transgresor de la Ley. 14 Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene las obras? ¿Por ventura esta tal fe le podrá salvar? 15 Y si el hermano o la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,

, Emma pensaba así, sin darse cuenta de lo que hacía: «Antes otro marido». El después que vagamente esperaba y que entreveía, no era el adulterio, era... tal vez la muerte del primer esposo, una segunda boda a que se creía con derecho. El primer marido pareció a los dos años de vivir libre Emma. Fue un americano nada joven, tosco, enfermizo, taciturno, beato.

En esto, lo mismo que en otras debilidades, parécese a muchos jovencillos del Tercer Estado, que no tienen valor para romper y conservan a sus queridas hasta más allá del matrimonio; de suerte que el adulterio es concomitante de los esponsales, y continúa después de los primeros meses del enlace. Habría que formular cosas definitivas referentes a este problema, pero no tenemos tiempo.

El resumen que hacían de ella en sus adentros era este: «¡Guarda Pablo!». «¡Qué razón tiene!», pensaban muchas damas al oírle hablar del adulterio. Las más de estas eran mujeres honradas que no habían sido adúlteras, que no habían hecho más que tontear, como todas.

Anita me engaña, es una infame ... pero ¿y yo? ¿No la engaño yo a ella? ¿Con qué derecho uní mi frialdad de viejo distraído y soso a los ardores y a los sueños de su juventud romántica y extremosa? ¿Y por qué alegué derechos de mi edad para no servir como soldado del matrimonio y pretendí después batirme como contrabandista del adulterio? ¿Dejará de ser adulterio el del hombre también, digan lo que quieran las leyes?».

El siglo del incesto y del adulterio. El siglo corruptor y corrompido. El siglo en que la acepción de las palabras más notables está viciada. El siglo en que todo es mentira menos el dinero. ¡Qué podéis esperar de un siglo en el cual el que invoca con entusiasmo la patria, el amor y la fraternidad, o lo que es lo mismo la caridad, se pone en ridículo! ¡De un siglo en que...!

Todavía no era ella mi mujer, y ya mi amigo, mi hijo preferido, me engañaba con ella... El adulterio se instalaba en el hogar antes mismo que el matrimonio estuviera consumado. Todo mi porvenir: una vida de sospechas, de recelos, de tinieblas, de ridículo, de días sombríos y de noches de insomnio, se desarrolló a mis ojos, ante aquella sola mirada, como un mapa geográfico. ¿Qué hacer, señores?

El dios de la Poesía viene a dar al dios del Infierno la desagradable noticia, de que mientras él sudando el quilo se esmera en forjar una armadura para el tremendo Marte, éste, deshonrándole como a un simple mortal, ha cometido adulterio con su esposa Venus: y se lo dice, por lo visto sin preparación ni rodeo, sin tener en cuenta siquiera que están allí sus ayudantes.

Además, sabía, porque se lo habían dicho recientemente, que los maridos, cuando sorprenden a sus esposas en flagrante adulterio y las matan, están exentos de responsabilidad. Como estaba convencida de que el suyo la detestaba, temía que se aprovechase de este recurso para deshacerse de ella.